¡Siempre pensé que el demonio sería más sutil, elegante y atractivo en su seducción y atrape del alma humana!, aquí más bien parece ¡un zombie de Walking dead de antigua profesión ex grafitero de Pitbull!
El diablo llamó a las puertas del sargento Ralph Sarchie y, a partir de sus experiencias, nos llega este relato numerero y muy colorista, poco convincente de nula tensión y excesiva duración que sólo da para unos pocos chillidos, mucho tiempo muerto y ridiculez expositiva por su esforzado show del eterno y carismático enfrentamiento bien contra mal, Iglesia-Lucifer aunque..., las dos caras antagónicas de una moneda forman una única unidad sólida de resistencia completa y necesidad mutua ¿no?
Imagina lo entretenida que ha sido la película que divago por temas filosófico-religiosos de respuesta ambivalente y polémica segura.
El argumento, aunque tenía buenas perspectivas, ha resultado ser débil y endeble, poco satisfactorio en el contenido ofrecido, su evolución es muy lenta y poco penetrante, despierta limitado entusiasmo y mínimo interés que se apaga por momentos alternos para activarse levemente con potencial de escasa gratitud y, para remate, en su recorrido apenas ofrece carisma, enganche o motivación para su disfrute y consumo, sólo un esparcimiento medio de diversión ligera y absorción divergente.
Eric Bana se esfuerza, sin lograda pretensión ni esmerado resultado, en aportar carácter y poderío a un personaje puro cliché de católico desganado-policía frustrado-padre imperfecto-marido ausente, todo un caramelo delicioso para las ansias de maldad de Satanás que encuentra su salvación confesando todos sus pecados, arrepentido de sus malos actos y volviendo a la senda del rebaño del buen pastor, todo ello sin apenas garra, emoción o brío motivador sólo un continuo pase de montaje escénico sobrecargado, nada creíble, por ofrecer más espectáculo que contenido sin radical ni tibia provocación aparte del mucho maquillaje y, hasta cierto punto, cansino avance dada su ineficaz insistencia y ausente originalidad.
Poca imaginación y desparpajo para plasmar la poderosa y sublime tentación del lado oscuro pues, la sencilla frase ya mitificada por los tiempos de los tiempos de Darth Vader "yo soy tu padre" le da mil vueltas a este simple guión de fuerza neutra y efecto demasiado difuso para asustar o sobresaltar a nadie, bueno, puede que la teatrera de turno pegue algún grito aunque, ¡tampoco tantos!, por mucho que quiera.
Me sigo quedando con el Azazel que volvía loco a Densel Washington en Fallen, ¡ese ángel caído si gue tenía estilo y clase!
Siempre me pareció curioso que en un exorcismo, en ese momento cumbre de pánico, presión e incertidumbre, tan sólo sea necesario leer algunas frases de la Biblia para derrotar al tan maligno y todopoderoso Belcebú pues..., ¿qué pasa si, ante tu nerviosismo y pavor, te equivocas de frase, tartamudeas o sencillamente te cae al suelo el sagrado libro?, ¿gana el diablo?
¡Qué victoria más cutre y sosa!, ¿no?
¡Líbranos del mal!, reza el título de este filme; tampoco era tan necesario y urgente pues éste apenas molesta ni perturba.