La bala, la mujer y la niña
por Beatriz MartínezEs normal que uno se acerque a según qué películas con precaución. Por intereses vitales, por simple conexión con aquello que cuentan o por necesidad absurda de ponernos un poco quisquillosos y gruñones. Puede que un film que se publicita con el subtítulo de “Tres visiones sobre Mozambique” seguramente solo llame la atención a un sector muy concreto de la población y cree suspicacias en otro. Y es una pena, porque realmente el espectador debería de llegar con la mirada igual de pura y vaciada de prejuicios para ver 'Kanimambo', al igual que los tres directores que la firman se han acercado a las diferentes historias que la componen de una forma muy humilde y sincera.
Es lo primero que se percibe cuando se comienza a transitar por ese film. No hay discursos, ni posicionamientos, ni reivindicaciones, tan solo un registro muy personal de una situación, de un país y de sus gentes.
Cada director adopta su propio estilo, y cada capítulo está impregnado de esa personalidad cinematográfica concreta. Y eso es lo bello y enriquecedor. Abdelatif Hwidar opta por la ficción a través de un relato en el que se destapan los fantasmas de la guerra y se abren las heridas del pasado; Carla Subirana vuelve a utilizar la primera persona, como en sus anteriores trabajos, para realizar un retrato de la mujer africana y situarla en el lugar que merece dentro de la sociedad, como verdadera base constitutiva, y Adán Aliaga utiliza a una niña sordomuda para ejemplificar el sentimiento de incomunicación y desorientación y sobre todo de incomprensión que puede generar el mundo que nos rodea. Tres sutiles aproximaciones de tres cineastas occidentales dentro de un panorama de desbordante riqueza y contradicciones que supone el país de Mozambique. Pobreza, enfermedades, más pobreza, servicios insuficientes, pobreza… todo eso está presente en “Kanimambo”. Pero en realidad estos microrrelatos podrían estar ambientados en cualquier país, porque de lo que hablan es de sacrificio, de superación, de entereza frente las adversidades de la vida y de lucha cotidiana por salir adelante. Me quedo con eso y con algunos instantes de excelente cine, así como con imágenes de gran poder simbólico: un niño llevando como puede a su padre enfermo al hospital, una mujer enferma de SIDA sacando adelante a su familia y la niña Joana acompañando por los caminos a un músico ciego, ambos seres desterrados de un paraíso que en realidad no existe.
A favor: El estilo de cada una de las historias y la personalidad tras la cámara de sus directores.
En contra: Los prejuicios existentes ante este tipo de películas.