"Tout en Haut du Monde" nos cuenta la aventura de una joven aristócrata rusa cuyo abuelo, Olukin, fue un explorador de renombre que, a bordo de su magnífico navío ártico - el Davaï - partió en una expedición hacia el centro del Polo Norte con el objetivo oficial de plantar la bandera rusa; pero su abuelo nunca consiguió volver y sumió a su familia en el descrédito. Decidida a reparar el honor de su familia y, sobre todo a encontrar a su abuelo, Sacha huye de su hogar y se embarca hacia el gran Norte siguiendo una pista que la conduciría hacia el paradero del Davaï, junto a una tripulación interesada en conseguir la importante recompensa que recibirá el que lo encuentre.
Producida por Sacrebleu Productions, Maybe Movies, 2 Minutes y France 3 Cinéma, y desarrollada a partir de un guión original de Claire Paoletti y Patricia Valeix adaptado por Fabrice de Costil, la película constituye el debut en la dirección de un largometraje de Rémi Chayé, que fue asistente de dirección de "El Lienzo" (2011) de Jean-François Laguionie y también - además de director de layout y storyboarder - de "El Secreto del Libro de Kells" de Tomm Moore (2009). Precisamente la influencia del estilo gráfico de Tomm Moore se deja sentir en la película de Chayé, protagonizada por algunos personajes de rostro redondeado a la manera del realizador irlandés.
Dividida en tres partes claramente diferenciadas, como son la vida palaciega de la joven protagonista, su huida y acogida en un hostal pesquero y finalmente la expedición hacia el gran Norte, la película sufre cierto bajón de ritmo en la segunda parte, aunque ésta está suficientemente bien desarrollada para mostrar la evolución en la personalidad de Sacha y prepararnos para el momento épico y emocionante de la expedición de rescate, en que llegaremos a ver cómo en cirunstancias extremas el hombre puede ser un lobo para el hombre o bien un compañero - o compañera, en este caso - cuya ayuda es imprescindible para seguir adelante, pues si algo aprende Sacha en su viaje es que el sacrificio personal y el espíritu de grupo son esenciales en todo viaje, incluso vital.
La película se encuadra en la tendencia cada vez más creciente de convertir a la mujer en protagonista de papeles de aventura tradicionalmente reservados a los hombres, demostrando que la diferencia de género no impide encontrarse con mujeres valientes, inteligentes y decididas. En todo caso, tiene también el acierto de rodear a la protagonista de personajes secundarios muy interesantes y bien desarrollados, que aportan a la película historias y lecturas paralelas muy adecuadas para aportar complejidad a lo que podría haberse quedado simplemente en una vacía historia de nieta que va en busca de su abuelo. Y no pasa desapercibido tampoco el protagonismo de la naturaleza, y en concreto del Gran Norte, como fuerza temible que hay que respetar y al tiempo afrontar, capaz de demostrarnos nuestro lugar en el mundo como insignificantes humanos, y frente a la que no valen ni experiencia, ni cargos ni estatus sociales.
Visualmente el color tiene en la película una fuerza extraordinaria y es el que define por simple contraste de tonos planos y saturados las imágenes (generadas completamente mediante dibujo por ordenador) con las que se desarrolla la historia, a falta prácticamente de trazos que definan o delimiten el dibujo. El resultado es de una belleza sencilla pero incontestable, donde la ausencia de detalles aumenta la expresividad de los personajes y el contraste de los elementos en escena.
Galardonada con el Premio del Público en la pasada edición del festival de Annecy, la película sabe devolvernos el añorado espíritu intemporal de las novelas de aventuras de Julio Verne o de Herman Melville, con un empaque que lo hace tan cercano al público infantil como al más adulto.