Puedo entender la motivación de Jude Law por engordar 13 kilos para interpretar a este estridente canalla, subversivo personaje que ofende a cada paso que da y con cada palabra que sale de su boca pues, la riqueza interpretativa desde su punto de vista debe ser amplia y exquisita, deseosa y novedosa; no así desde el punto de vista del público que se aburre, cansa y hastía de tanto chillido, insulto, palabrería sin sentido, relleno insulso que ofende a la vista, martillea el oído y desagrada al buen gusto. Imágenes saturadas de absurda excentricidad, reprochable guarrería que no encuentra motivación de estar, aniquilante fotografía en exceso vistosa y llamativa que no tiene fondo de ser, altivez surrealista sin origen ni pretexto para mostrar una grandilocuencia que no posee, sublimidad nunca perdida pues nunca fue hallada: una construcción artificial, desdeñable y poco atractiva, nada impresionante-totalmente baladí, que resulta ruinosa, desagradable y esperpéntica al buen saber hacer, ridículo adefesio que se alarga en exceso -y eso que sólo son 96 títeres minutos-, unos cambios constantes y repentinos de registro y tonalidad, desmotivantes virajes que, aunque puedan ser mérito de un original y diestro director, no funcionan para nada ante un espectador que no encuentra su espectáculo, ticket anulado por falsa venta, pues este excéntrico guión, argumento destartalado que se mueve sin sentido de aquí para allá y que termina en un final cálido, dulce y emotivo -descuelgue soso y poco lucido tras tanto aguante-, en un ficticio bienestar familiar que pretende solapar todas las mártires penas subrayadas, no convence ni compensa a una mínima calidad requerida ya que tras tanto improperio chillón -palabrotas innecesarias-, tras tan poca gracia -verborrea inútil que se desinfla a cada palabra-, tras tantos colores delirantes y canciones atronadores, no logran esconder una verdad patente y manifiesta: nos encontramos ante un producto de entretenimiento demasiado forzado, voluntad impuesta por conseguir metas fuera de su alcance que no alegra a nadie excepto a sus propios precursores, tristeza patética que bebe de un hilarante vacío sin recompensa, fruto de la nada con llegada imprevista y sin voluntario alguno que se presente a su recogida; la cinta rueda igual para todos pero no para todos rueda igual pues siempre habrá quién la considera genial y sorprendente por su naturaleza fresca y alternativa; aceptable y respetable aunque mi vista no alcance para tantos años luz a distancia!