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    Los últimos cinco años
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    Lourdes L.
    Lourdes L.

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    3,0
    Publicada el 29 de mayo de 2015
    Simbiosis gráfica, de ocurrencia gustosa, ejecutada con garbo y salero para una simpática pieza de gran estilo y arte.
    Richard LaGravenese escribe y dirige esta fresca y jovial, dinámica y alegre obra, de Jason Robert Brown, que ha cosechado éxito tras aplauso, más reconocimiento masivo del público y la crítica, en las duras y exigentes tablas del teatro, desde el 2001 para coronar -tras su ruta viajera por distintas ciudades, con unanimidad de elogios y halagos en todas ellas-, en la actualidad, con su adaptación a esta genial, sonora y peculiar película cuya clave es la complicidad y adaptación de unas logradas, soberbias y acertadas canciones que realizan una fusión magnífica con el argumento que se quiere narrar.
    Cinco años en la vida de una pareja, con la fascinación y excitación de su ávido inicio y su hilarante y desgarrador recorrido hacia una, inevitable y concluyente, crisis matrimonial donde cada uno ya ha optado por caminos diferentes y que, sin remedio y con mucho dolor, les precipita a esa ruptura final de lo que fue esperanza asombrosa e inaudita, ella te lo canta en proceso cronológico inverso, desde su soledad y amargura última a la inocencia e ilusión primera/él lo hace en orden correcto, desde la hermosa locura insensata de enamorarse a la aventura de irse a vivir juntos, al riesgo amado del matrimonio y a la pena, coraje y valor de poner freno y final a lo que ya no posee sentido ni contenido, mezcla espléndida, de sustancia animada, que da como resultado una obra cordial y amena que se consume con agilidad y sabrosa ligereza gracias a la sensible, sutil y penetrante interpretación de su pareja protagonista, perdido flechazo, de ganado entusiasmo y alabanza afectuosa, para una magnífica y emotiva Anna Kendrick y un sólido y enérgico Jeremy Jordan que conforman un dueto vivo, mágico e irresistible que transmite sus emociones, alegrías y sinsabores con una nitidez y armonía, capacidad expresiva innata, que te conquistan, atrapan y enamoran.
    Desorden temporal que les lleva a coincidir en espacio y sentimientos, ambivalencia reflexiva que te lleva a observar el llanto desapacible de ella con la ilusión desbordante de él, la ensoñación nerviosa de quien espera la llamada de su amor con quien presenta la dimisión y despedida definitiva, más un vívido centro que se precipita desde la ingenuidad cándida y fervorosa hacia la tristeza y hecatombre de su interrupción donde, menos de cinco frases dichas son necesarias para encadenar tan fabulosas melodías y magnético canto realizadas con sensibilidad, destreza y acierto para engranar con la historia de amor que se quiere contar.
    Aunque no te guste el musical te será apetecible, sólo en el tramo final te será un poco cansina, pesadez que no comparte un oído que sigue encantado y una vista bien nutrida; si eres fan de este tipo de género ¡enhorabuena!, simplemente déjate llevar, lo que es indudable es el concienzudo trabajo, el ritmo pegadizo, la delicadeza afectiva, la desnudez anímica, las apetitosas melodías, las naturales coreografías, la constancia de su marcha, el equilibrio de sus partes, la colorida fotografía urbana de un Nueva York intenso, el esmerado detalle de su confección, el elegante rincón creado..., y que, por una vez y sin ninguna duda, se confirmen todas las alabanzas y positivos comentarios referidos a la misma.
    Tu consideración y apego dependerán de la afinidad y devoción que manifiestes por un argumento cantado, cuya entonación debe hacer balanza con tu corazón, pero la evidencia de su alma es clara, obvio su espíritu, potente su carisma y estimada su identidad, entrañable particularidad que juega con gran habilidad y esmero con sus armas y que la convierten en un producto querido y muy apreciado, consolidada estructura que te llevan a respetarla y aprobarla, sea de tu gusto o no.
    La belleza y misterio de conocer a una pareja, el placer de su compañía, la emoción de su disfrute, la explosión de sus recelos, el descontrol de su adrenalina, el rechazo de su amor..., adornado con la dulce sintonía de un delirio que adula la facultad perceptiva y el sistema auditivo, al concertar un suculento escuchar con un agradable mirar. Perfecta adaptación a celuloide que nada tiene que envidiar a su ambientación en teatro, sugerente y atractiva en ambos formatos.
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