Todo fue muy raro anoche. Hasta el último momento no supe muy bien qué hacer, y para cuando quise darme cuenta, estaba cruzando un puente inmerso en niebla, camino de un cine que no se vislumbraba a más de unos pasos de distancia.
Lo iba a hacer. Iba a asistir al estreno de la nueva película de “Star Wars”, cosa que no pude hacer en los 70, porque aún era un nonato que desconocía de la existencia de la fuerza, los jedi y los soldados imperiales. Si es cierto que, en 1999, con 8 añazos, mi padre me llevó de la mano a ver “La amenaza Fantasma”, y que, con esa edad, salí del cine encantado con el espectáculo espacial al que había asistido. Era un completo y feliz ignorante.
Ahora, a pesar de seguir siendo un ignorante, tengo una edad y un cúmulo más importante de cine a mis espaldas, y la sensación de un extraño vacío se hace cada vez más patente. Comprendedme, el haber nacido entre una trilogía y otra es extraño, estás ahí en medio, en tierra de nadie. Que tus padres te pongan los VHS de “Star Wars” (1977) es una experiencia magnífica, que recordaré seguramente de por vida, pero también es una situación un poco impuesta, y aunque estaré eternamente agradecido a esas tardes de mi infancia, el hallazgo no fue mío, llegué tarde, me enseñaron lo que otros tuvieron la suerte de descubrir por sí mismos.
Todos los amantes del cine han asistido a grandes estrenos, han sido partícipes como público de eventos absurdos y mágicos que quedarán para el recuerdo de unos pocos y para la eterna historia del cine. Anoche, por fin, sentí que yo también era partícipe de aquello, dejé de estar en medio de la nada para inclinarme hacia un lado (de la fuerza).
La responsabilidad que pesaba sobre el bueno de J.J. Abrams era enorme, y respondía a un doble objetivo: por una parte, devolver la ilusión a una generación de fans decepcionada, y por otro, crear una nueva historia capaz de engatusar a un público nuevo, como ocurrió con “La Guerra de las Galaxias” allá por 1977. Creo que ha cumplido con creces con su cometido, de otra manera, mi novia, que fue cruelmente arrastrada hasta el cine nada más salir de trabajar, no hubiese salido emocionada con una película de la que no era particularmente fan (ahora quiere volver a verlas todas).
“The Force Awakens” (2015) no es el milagro que fue “Mad Max: Fury Road” (2015), pero tampoco se limita al respeto pulcro y vacío que ofrecía “Jurassic World” (2015), ni mucho menos. La película está a medio camino entre el homenaje sincero y la mirada hacia el futuro, funciona como enlace, el paso de un testigo legendario, una carta de presentación lo suficientemente atrayente como para seducir hasta al más resentido con la saga. Y lo consigue a través de fórmulas ya conocidas, pero impulsadas por una pasión hacia lo que se hace que irremediablemente atrae, corrompe y fascina al espectador.
No voy a hablar sobre el argumento porque pienso que cuanto menos se sepa sobre la película, más gratificante es la experiencia de verla. Perdón, el universo de “Star Wars” no se ve, se vive, gracias a lo fascinante de su naturaleza. Los escenarios se sienten reales porque son, en su mayoría, reales. Los personajes nos hacen sentir y padecer porque, de nuevo, tienen cosas que contar, tanto los nuevos como los ya conocidos. Los diálogos vibran y nos hacen vibrar, y los efectos especiales son especialmente portentosos, al igual que la edición de sonido y la banda sonora, una maravilla continua que consigue que el espectador se encuentre sumergido desde el principio del film hasta el final.
No es que sea difícil ser objetivo, es que resulta prácticamente imposible. De nada sirve hacer rankings y obsesionarse con clasificar una película de la saga por encima de otra. Ésta es una película de sensaciones, pura emoción y sentimiento. Habrá un grupo de gente a la que nunca llegue a gustarle “Star Wars”, y lo entiendo, solo puedo sentirme agradecido por no ser parte de ese grupo y sí del que anoche aplaudía la aparición en pantalla de una frase: “A long time ago in a galaxy far far away…”. Si cerráis los ojos la notaréis, fluyendo a través de todo lo que nos rodea. La fuerza ha despertado, no hay ninguna duda.
PD: Iba a mencionar un par de detalles, pero de nuevo se me han puesto los vellos de punta y de nuevo se me han humedecido los ojos, no soy quién para privaros de que los descubráis por vosotros mismos. Disfrutadlo.