Buscando a Luke Skywalker
por Alejandro G.CalvoLuke Skywalker ha desaparecido. Así lo dice la primera frase de los (míticos) títulos de arranque de la cinta y ese será el principal motor de la trama: el mapa de dónde se encuentra el último guerrero Jedi con vida se halla en el interior de un androide -el sublime BB-8, todo un roba escenas y poseedor de los momentos álgidos de comedia de la cinta-, lo que implicará que los buenos -una chatarrera a la que abandonaron sus padres (Daisy Ridley) y un stormtrooper renegado (John Boyega)- tratarán de entregar el mapa a la resistencia y los malos -el Imperio, como no, de nuevo en alza; y el guerrero Kylo Ren (Adam Driver), líder de la Primera Orden (algo así como las SS del Imperio)- tratarán de impedirlo. No acaban ahí las similitudes entre el Episodio VII y el Episodio IV, hay mucho más (ya lo descubrirá el lector cuando pase por taquilla), y es que J.J. Abrams ha buscado en su debut en el universo creado por George Lucas tanto crear una space opera excitante y vibrante, como homenajear sin tapujo alguno a la trilogía original (no así a la segunda realizada, de la que prácticamente no hay huella). Y es que, Abrams ha hecho una película de fan a fan, para que se me entienda, ha seguido los pasos de Peter Jackson cuando lanzó La comunidad del anillo: una película realizada desde la más absoluta pasión y con una devoción al material original cuasi religiosa, buscando crear nuevos fans, está claro, pero sobre todo satisfacer el hambre Jedi de todos los adoradores de la saga (y ya van cuatro generaciones de espectadores enganchados a la misma).
Así que, no habrá cambios. O sí. Pero estos funcionan mejor por repeticiones argumentales o por chistes privados que otorgan un valor diferencial a la cinta casi extra cinematográfico. La apuesta de Abrams ha sido muy arriesgada: convertir su película en un juego de espejos con el film primigenio emocionará a algunos y puede que no convenza a otros. Vamos, que si nunca has sido fan de Chewbacca, no esperes ahora engancharte a ello por una mera cuestión de moda (y eso que Chewi protagoniza uno de los picos emocionales de la cinta). Pero si eres de los que crees que El imperio contraataca es una de las mejores películas de fantasía de la historia del género, sin duda disfrutarás como un enano de la fiesta-homenaje que ha pergeñado el director de Super 8.
Curiosamente, lo mejor de la película es su primera media hora. Es en la presentación de los jóvenes protagonistas (y el cómo se van encontrando unos con otros), todos de nuevo cuño, donde la magia Star Wars funciona como un reloj suizo. Se palpa la tragedia, la emoción se traba en el paladar, uno ansía que la película avance para seguir descubriendo cómo ha evolucionado la historia tras décadas de parón (hay que entender que la trama arranca años después del fin de El retorno del Jedi). Para cuando empiezan a aparecer las caras conocidas, Abrams trata (y consigue) que estas se integren dentro de la narración como parte básica de ella, no como un efecto nostálgico a modo de cameo accidental (Han Solo es uno de los protagonistas principales de la cinta; una lástima que Harrison Ford haya dejado sus mejores tiempos como intérprete años atrás).
Y ya en pleno delirio: me parece muy interesante que la repetición de giros argumentales y estilemas básicos en el universo Star Wars sirvan para preguntarnos si el concepto de entertainment que arrasó en 1977 -no sólo cambió la manera de hacer películas comerciales, sino la propia industria cinematográfica- es válido a día de hoy. Porque aunque El despertar de la fuerza tenga un acabado digital absolutamente asombroso -parece que avanzamos en cada película en definición de píxel- y unas secuencias de acción brutales, el espíritu se mantiene estrictamente fiel al concepto original de Lucas. ¿Servirá esa mímesis como fuente de éxito o más bien ralentizará el knock-out del espectador? ¿Estamos delante del Psycho de Gus Van Sant o del Lejos del cielo de Todd Haynes (por poner dos ejemplos claros de mímesis, una a nivel estético, otra a nivel ontológico)? El tiempo nos lo dirá. Por ahora, lo que yo puedo decir es que me lo he pasado en grande viviendo El despertar de la fuerza. Y que, claro, pienso repetir. Más de una vez.
A favor: SPOILER ALERT
En contra: Que las 27 secuelas y spin-offs programadas hagan perder valor a los films originales.