Admito que el guion no es muy original, sobre todo la primera parte, un abogado arrogante y chulesco (no podía ser de otra manera si lo interpreta Robert Downey Jr.), al que sólo le preocupa la cuenta corriente de sus clientes y no la ley, que descuida a su mujer y esta termina por tener una aventura y que tiene que volver a su ciudad natal, a la que lleva años sin regresar y enfrentarse a todo eso que lleva años queriendo olvidar. Una historia muy trillada, que parecía por momentos la versión masculina de Agosto, sin embargo, un accidente en el que se ve implicado el patriarca y que termina convirtiéndose en una acusación de asesinato le aporta a este drama familiar un componente judicial que funciona muy bien.
Es cierto, no es original, pero está protagonizada por Robert Downey Jr. y eso siempre suma, además le da la réplica Robert Duvall, y vaya réplicas, auténtico duelo interpretativo de “Roberts”. Las diferencias entre padre e hijo son evidentes, llevan años sin hablarse y hay muchos reproches pendientes en ambos lados, la tensión crece y termina por estallar. El patriarca descubrirá que su hijo no es la decepción que siempre pensó que era, y el hijo podrá ver el ser humano que había detrás del respetado juez. Robert Downey Jr. nos mostrará muchos registros, será un abogado sin escrúpulos, pero también un padre cariñoso y un hermano arrepentido de las locuras de su juventud. Su lado más tierno lo sacará su hija Lauren y el lado divertido lo veremos con la antigua novia del instituto y la hija universitaria de esta.[...]
Muchos clichés, no solo en la historia, sino también en la puesta en escena (esa sala de vistas en penumbra con la luz del sol entrando por la ventana), sin embargo la simple presencia de Robert Downey Jr. y Robert Duvall hacen que se eleve por encima de la media.