Anwar Congo y sus amigos se encuentran bailando libremente en coreografías típicas de los musicales, torciendo los brazos rodeados de gángsters típicos del cine negro, y galopando por las praderas como vaqueros del oeste. Esta incursión en el cine por un grupo de amigos se celebra en los medios de comunicación y el debate en la televisión, a pesar de que Anwar Congo y sus amigos son asesinos de masas. Este documental, donde sus actores son los personajes verídicos de esta historia, cuestiona la existencia de los antiguos líderes de los escuadrones de muerte en Indonesia, y para ello recrea sus masivos actos de asesinato en la vida real con un estilo que mezcla géneros cinematográficos múltiples, desde el clásico thriller de crímenes hollywoodiense pasando por escenas con números musicales.
El horror tiene forma
por Quim Casas