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    Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo
    Críticas
    2,5
    Regular
    Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina del hielo

    Pastiche de hadas

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Que Blancanieves no aparezca en esta segunda parte de su historia es casi lo menos extraño del cóctel de elementos que conforman Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina de hielo, especie de cajón de sastre, pastiche, totum revolutum de todo aquello que se puede incluir (y quizá no debería) en una película de cuento de hadas, desde Frozen a MaléficaEl señor de los anillos y Las crónicas de Narnia. Por si al espectador medio le pudiera parecer poco, y sentimos el spoiler, Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina de hielo es al mismo tiempo una precuela y una secuela de la cinta original. ¿Estamos ante un exceso de ideas o quizá ante un problema de falta de imaginación? Sea como fuere, lo que sí demuestra este batiburrillo de referencias es que Hollywood a veces toma decisiones extrañas para intentar dar con la nueva, o enésima, más bien, saga de éxito que arrase en las taquillas. A nivel narrativo esta fórmula abigarrada puede decepcionar a muchos, pero es un estupendo ejemplo de la hipertrofia que sufrimos en lo que a pensar ciertas películas en términos seriales se refiere.

    El pastiche sigue en el ámbito del reparto, aunque si de algo se beneficia Las crónicas de Blancanieves: El cazador y la reina de hielo (y quizá demasiado conscientemente) es del saber estar del cast protagonista -Hemsworth, Emily Blunt, Jessica Chastain y Charlize Theron en calidad de guest star-, a pesar de que en ocasiones incluso ellos parecen estar, disfrutando, eso sí, en una especie de parque de atracciones temático. También en ese sentido la cinta dirigida por Cedric Nicolas-Troyan (supervisor de los efectos especiales de la primera película) se muestra algo dubitativa en su trama principal: se insiste en el romance entre el cazador Eric y la cazadora Sara, pero lo más revelador de su moraleja no es tanto ese redundante mensaje de que el amor todo lo puede sino las dos visiones sobre la feminidad, encarnadas en las dos reinas malvadas, que el filme ofrece. Desvelar cuál de ambas mujeres se impone a la otra sería estropear la película y pese a que Nicolas-Troyan tampoco es demasiado sutil con los arquetipos que encarnan Theron y Blunt, al menos se agradece la tosca frontalidad del desenlace. Una tercera entrega de estas crónicas de Blancanieves ya sería, como mínimo, temerario.

    A favor: Charlize Theron.

    En contra: Definitivamente, esta segunda parte no aporta nada.

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