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    Monsieur Chocolat
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Monsieur Chocolat

    Rescatar del olvido

    por Israel Paredes

    El nombre de Rafael Padilla (1868-1917), más conocido como 'Chocolat', era apenas recordado hasta que el historiador francés Gérard Noiriel escribió en 2012 un libro biográfico sobre el que fue no solo el primer artista negro en Francia, sino también el que, junto al payaso Foottit (James Thierrée), revolucionó el circo al introducir en la escena circense el dúo de payasos compuesto por un 'carablanca' y un 'augusto'. Desde el punto de vista de la historia circense, por tanto, dos figuras esenciales. A esto se añade que 'Chocolat' (Omar Sy) pasó a ser la primera figura con condición de estrella de color en Francia, también el pionero en salir en anuncios publicitarios –carteles- en la época. A partir del libro de Noiriel, Roschdy Zem, más conocido en su faceta de actor que por su más que modesta labor como cineasta, ha dirigido Monsieur Chocolat, película asentada en los modos del biopic y que, sin embargo, aguarda algunas variaciones de tono y de perspectiva que hacen de la película no tanto un simple relato de la vida de Padilla, o de un momento en particular de ésta, como una reflexión sobre la condición de artista y, sobre todo, sobre las cuestiones raciales que surgieron en aquella época alrededor de un artista que revolucionó a la sociedad de su momento.

    En el interior de Monsieur Chocolat, entonces, encontramos varias películas. Por un lado está el relato de un inmigrante ilegal –Padilla era cubano y tras pasar por España recaló en Francia para trabajar en el circo- que consigue, junto a su compañero dar el salto desde una pequeña compañía de provincias al París de finales del XIX. Y, dentro de esa subida, también se encuentra la caída, por supuesto. Así, Zem da forma a una narración que resulta muy familiar y que apenas depara interés más allá del contexto en el que se integra y que toma realmente forma cuando, mediada la película, Padilla es encarcelado, lo cual unido a sus diversos problemas, hará que cambie de mentalidad con respecto a su condición no tanto de payaso como de negro. De esta manera, la película comienza a elaborar una visión más interesante, y más compleja, sobre su figura. Se debe señalar que una de las virtudes de la película es su intento constante de mantener cierta objetividad con respecto a los personajes para mostrar sus luces y sus sombras para favorecer una mirada neutra, algo de agradecer teniendo en cuenta que nos movemos en el terreno del biopic –no obstante, con el final, quizá rompa este sentido-. La introducción de cierta conciencia sobre su posición en la sociedad, y sobre lo que significa en ella y el trato que recibe, conduce a que el tono de la película vaya ensombreciéndose, un cambio que rompe de alguna manera con las expectativas. Hasta el final, entonces, alejados del mundo circense, Padilla intentará encontrar un hueco más 'serio' en el mundo artístico mientras, además, debe lucha contra las deudas y su relación con una mujer blanca, algo no aceptado. En definitiva, Monsieur Chocolat comienza como un biopic al uso y, aunque nunca abandona del todo esa condición, consigue ir introduciendo las suficientes variaciones para ampliar el sentido y el discurso de la narración más allá de la simple sucesión de hechos en su vida.

    Zem opta por una puesta en escena de aliento clásico, convencional si se quiere, pero totalmente operativa para los objetivos de la película. Con un magnífico diseño de producción y unas interpretaciones al nivel requerido, Monsieur Chocolat sorprende, aunque no entusiasmará en su conjunto, por ser bastante más, sin ser demasiado, de lo que en un primer momento se puede pensar, en gran medida por esa idea de ir construyendo un relato que va alejándose de la jovialidad con el que se inicia, casi en un sentido onírico, para caer en un relato triste sobre un hombre que pasó del todo a la nada. Y, de ahí, hasta un cierto olvido del que ha sido rescatado recientemente; ahora bien, cabe preguntarse si su vida no fue un paso más en una larga lucha que estará presente a lo largo del siglo XX.

    Lo mejor: Los actores y el cambio de tono según avanza la película.

    Lo peor: La constricción a los modos del biopic.

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