La clave es el guión, un hilo argumental que está basado en el libro del mismo título cuyo autora es la guionista responsable de su adaptación a la gran pantalla y a las órdenes de un director de sobrada experiencia y arte demostrado en su habilidad de manejar el género del suspense, la intriga y el thriller más punzante y siniestro; si te convence esta unión y el resultado de su colaboración mutua, el resto ya es un hablar por pensar y deducir, un sabor subjetivo de sus mejores fundamentos o peores aciertos en puntos concretos de su evolución o de sus convincentes y explosivos virajes o sus desdeñables y poco emocionantes cambios de registro.
Porque vas a encontrar de todo en sus 149 minutos de largometraje, cuatro partes de cazador cazado, presa que se vuelve más lista que su predador, víctima agresora, agredido culpable, el juego del laberinto ratón versus gato, un dominio hábil de la imagen perfilada, mordacidad e ironía de diversión espeluznante, vergüenza poco descarada del manejo televisivo, los peligros de la decepción, el adiestramiento en el engaño, la depravada psicosis escondida, la rabia acumulada, el ingenio de la mentira, la debilidad de la verdad, el manipuleo de la noticia, la falacia de las pruebas, la ridiculez de las evidencias, la impotencia de la resignación, el desdén de la afinidad enferma, la complicidad de la semejanza, el recelo de quedar atrapado por tu propia trampa..., una bestial genialidad de muchos registros, de la aceptación de su juego y su condena asfixiante para llegar a un ¿quién es quién? de dos únicos miembros, pareja afín-matrimonio ideal por su similitud de alma, deseo de venganza, motivación de obra y forma de vida que mueve una voraz, inquieta y técnica "Durmiendo con su enemigo" de "Cadena perpetua" y asumible "La guerra de los Rose" de violencia física y espíritu brutal que cumple literalmente la sentencia firme "te quiero tanto que por ti mataría" y que mueve un relato sin descanso, de eclipse mental -en mayor o menor medida según tu hábil intuición- que camina por la delgada línea que separa el amor del odio, el paraíso del infierno, que deambula por la senda de desenmascarar el rol maquiavélico de un demonio de careta angelical que manipula a su antojo según sus intereses para quedar unido perpetuamente a su alma escogida por una mezquina atracción del amor perfecto que devora, atrapa y se pega como la miel a las moscas.
Descubrir la verdadera identidad de quien se esconde detrás de la máscara pública, ojear la sincera maldad que habita cuando ya no hay cámaras, cuando se abandona su encantador papel y se exhibe el horror de quien queda en el silencio, una dulce inocencia romántica de comienzo que vira a persecución del marido cruel para pasar a inquisidora esposa de efecto letal y acabar en un vivir y dormir con tu amado enemigo, con una encomiable mala malísima Rosamund Pike acompañada por un mejor-como-director Ben Affleck bueno ¿malísimo?, una dirección sutil que no llega a la perfección de "Seven" pero entretiene activamente y que supone una exquisita verbigracia de la hermosa letra impresa llevada con armonía espléndida a efusiva imagen plasmada.
El hecho de que puedas intuir ciertas cosas, anticipar algunos hechos y esperar en un aventajado a-verlas-venir es evidencia de haber atrapado tu interés y captado tu atención, de razonar-debatir sobre ella -amén de una hábil sabiduría de conformismo alto y calidad exigente de tu persona-, muestra que por otra parte también sufrirías en el editado libro.
Disfruta de cada una de sus partes, de sus pretendidos giros de 180 grados, de la víctima-culpable de cada una de ellas y llega a un equidad conclusiva, la eficiencia de sus 560 páginas llevadas con gusto y acierto a sus dos horas veintinueve minutos de fotogramas, un esmerado merecerse el uno al otro, manuscrito al filme y viceversa.