"El amor requiere sacrificio", en eso estamos de acuerdo Sr. Sparks pero ¿era necesario que éste fuera tan inmenso y agudo?, ¿que el viaje fuera tan largo? Porque con la estela, ya hace mucho, mucho, pero que mucho tiempo pérdida, de un "El diario de Noa" a quien ya han mancillado su nombre con tantos intentos de imitación de la fórmula existosa que caen en saco roto, tropezamos esta vez, y de nuevo suena a familiar ya atendido antes, con un cowboy ranchero, una aspirante a marchante de arte, muchos pasos poco inspiradores, de cultivada intención pero efectos nimios, y un boleto de lotería que intentará solucionar un acuerdo ideal de felicidad eterna entre ambos.
Entiendo que en letra impresa sigues teniendo éxito en tus ventas, ganancias que no se ven perjudicadas por la repetición de personajes estandar que lo único que varían son la profesión, procedencia y lugar donde se desarrolla el romance ya que, el resto es fórmula adquirida y aprendida de mediocridad, que ofrece regocijo y alegría en el negocio, a pesar de su futilidad, de ahí tu valentía y osadía, de persistir en el empeño de llevar a la gran pantalla, formato tras formato, las narraciones escritas pagando de tu bolsillo y supervisando el proceso y resultado.
Pero, ¿estás satisfecho, Nicholas Sparks, escritor de grandes relatos de amor y, tantos otros romances de bagatela? Porque mucha intensidad, calor y énfasis en esta bifurcada historia no se halla, escribiste de memoria recordada, sin esfuerzo de gran invención, lo que, en otra ocasión, hubiera sido talento absorbente de deleite para el lector o vidente y, la verdad, tanto monta-monta tanto pues si uno es complacido/el otro estará dichoso y aquí, sinceramente perdemos todos, habilidad fallida que creyó, con conciencia de ego que tiene la posición segura, que era suficiente con la simplicidad de los intérpretes y la uníon banal de los hechos.
Y francamente, quien se embarca en tu lectura y visión quiere soñar de ilusión, volar de imaginación, emocionarse por ardiente empatía de una perfección de romance que llena el alma y abraza con cariño al corazón, suspirar por el protagonista/ser la reina de cada fotograma, saborear con vehemencia la magia y chispa entre ellos, anhelar que nunca acabe y, cuando llegue tal nefasto momento, volver a empezar el libro o la cinta de nuevo para revivir, con mayor arrebato si cabe, lo ya sentido.
De modo que te repito ¿estás satisfechos Nicholas Sparks? Porque, en concreto para este largometraje, puede que te ayude el debut muscular, de ojos verdes, del retoño de Eastwood quien, visto lo visto, más vale que tome lecciones de su padre para crecer y espabilar como actor pues, no todo es un cuerpo guapo y una cara bonita, y la entrañable aparición del, por siempre M.A.S.H., Alan Alda pero ¿debe valerle al espectador? ¿dónde quedó la seducción de las palabras dichas, la hipnotizadora voz oída, el cautiverio de escuchar la declaración de amor, el atractivo embelesamiento de la comunicación, la pasión de las distancias cortas...?, pero ¿qué has hecho George Tillman jr.?, ¿el escrito no daba para más o no has acertado con la elección, combinación y su diestro manejo?
Historia épica del pasado a la que se dedica más atención y favoritismo que la presente, cuyos pasos intentan emular un paralelismo de andadura y cohesión, donde se hace gala del recurso de las cartas -vamos a ir innovando un poco, ¿no?- y de la guerra y sus estragos -que tampoco has utilizado nunca, ¿verdad?- que resuenan a repetición de vals ya bailado.
Tienes experiencia de sobra, reconocimiento laureado, sabes cómo ofrecer contenido válido de sustancia suprema, maestría de correlación y valor útil de unir las piezas para lograr una exquisita pieza de tango que desfile y seduzca sola pero, he aquí un producto de cadena de montaje que rueda solo, sin sobresalto ni esfuerzo, donde el resultado confirma ser un aburrimiento de no destacar nada por encima de una media de aprobado, más por simpatía de la que escribe que por lo obtenido y ¿debo darme por satisfecha?, si hasta mi limitada inventiva es capaz de recrear situaciones más jugosas, de desenlace más potente, que las ofrecidas en este stand-by-me please (quédate conmigo, por favor) nada ocurrente/apenas suculento; bueno, en realidad es un choose me (elígeme) pero ¿qué más da?, también se supone, esta película era entusiasta historia de amor, y ha resultado ser futilidad adormecida.
Dejaste pasar, increíblemente, la calidez y encanto de tu pluma, y solicitaste el privilegio de la atención del espectador que se volvió, inesperadamente, decepción de ruina no calculada ni prevista que, inevitablemente, separó nuestros corazones en dos mundos confrontados, tú pensando que gustaría/el resto creyendo tu promesa incumplida en la que ya no sacia tu escritura, no convencen tus ideas, donde tu radial amorosa tropieza con el vacío original de más de lo mismo y sí, supone todo un sacrificio, pero de recompensa nula pues has defraudado a personas cuya esencia pretendia latir de emoción, dispuesta a dejarse encandilar por la belleza inteligente de tus palabras escritas, plasmadas en inolvidables escenas de imagen culminante aunque, eso sí, acertado director de fotografía que consigue unos planos y paisajes de ensueño, el mismo que pierdes tú con este simple y facilón rompecabezas.
Se busca romance perdido de consistencia sugerente y estímulos apetentes, a cambio se oferta baratija de ingredientes comunes y duración excesiva ¿truco o trato?