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    Figuras ocultas
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Figuras ocultas

    Heroínas fuera de órbita

    por Daniel de Partearroyo

    No hay ninguna duda de que se merecían una película. La participación de las matemáticas y astrofísicas Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson en la carrera espacial de la NASA durante los años 60 del siglo pasado, aportando los cálculos necesarios para que John Glenn realizara con éxito la primera órbita completa alrededor de la Tierra y, a finales de la década, la misión Apolo 11 llegara la Luna, fue vergonzosamente silenciada durante decenios por el machismo y el racismo estructurales (esas brillantes científicas eran mujeres afroamericanas). La reivindicación de su trabajo, primero en el ensayo histórico de Margot Lee Shetterly que ha servido de base al filme, era necesaria y perentoria. ¿Pero es realmente una película tan convencional y previsible como Figuras ocultas, un drama histórico color pastel con las tintas bien cargadas en la concienciación social, el sentimentalismo y la candidatura a los Oscar, la mejor forma de reparar el agravio y celebrar la gesta de estas mujeres extraordinarias?

    Quizás no sea mala opción, si creemos en cierta forma de conquista de los códigos hegemónicos por parte de los discursos acallados. Dirigida con impecable sentido del anonimato por Theodore Melfi (St. Vincent), la mayor hazaña de Figuras ocultas consiste en combinar todos los ingredientes del drama académico con una eficacia alejada de cualquier resquicio de cinismo. Una dedicación absoluta al oficio que habría que reconocer más. Ahí está la construcción como narración colectiva, donde pronto Katherine Johnson pasa a ocupar el lugar central, o el impecable trío de protagonistas: Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe se dejan la piel en sus personajes, aunque es la última la que roba todas las escenas donde aparece. La misma dedicación demuestran los secundarios, con Kevin Costner y Kirsten Dunst para elevar cada subrayado de guión contra la discriminación consciente e inconsciente, y con Mahershala Ali demostrando que su talento merece películas mejores (afortunadamente, tiene Moonlight). Todos reman por el bien común.

    Convertir Figuras ocultas en una película académica, con relumbrón superficial y elenco de campanillas proclives al endulzamiento de una campaña promocional bien segmentada y un estreno masivo ayudará a que una cantidad mucho mayor y diversa de espectadores accedan a la historia de Johnson, Vaughan y Jackson. ¿Al final no es de eso de lo que se trata? ¿De que el recuerdo de estas mujeres, cuyo esfuerzo se repartía cada día de trabajo entre hacer los cálculos matemáticos más complejos y combatir la discriminación activa y pasiva de quienes las rodeaban, obtenga un reconocimiento cultural parejo al de otras personas excepcionales cuya vida ha contado Hollywood recientemente? ¿Por qué exigirle intrepidez cinematográfica a una película que no busca nada más que reparar una injusticia con herramientas socialmente aceptadas? Bueno, puede que porque las protagonistas reales no se conformaron con las inercias segregacionistas del mundo donde les tocó vivir, así que tampoco había necesidad de plegarse a los designios del cine oscarizable para contar su historia.

    A favor: La revelación interpretativa de la cantante Janelle Monáe en un papel que no se prestaba especialmente para el lucimiento.

    En contra: Los constantes subrayados musicales del score de Hans Zimmer y las canciones de Pharrell Williams.

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