Mi cuenta
    Ex Machina
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Ex Machina

    Mis problemas con las mujeres (artificiales)

    por Suso Aira

    No hay nada, por raro que parezca, que le siente mejor a la ciencia ficción que los espacios cerrados, que la claustrofobia. Y no hay nada que distinga más y mejor al género que su condición de diálogo entre el ser humano del hoy con su contraimagen futura… ineludiblemente semejante a la actual. En ese juego de espejos y de malvada coda ética, social e intelectual se halla esta nueva incursión del británico Alex Garland en la ciencia ficción de malvado diseño. ¿Qué es Ex machina? A primera vista es un cara a cara entre la inteligencia emocional (corrupta, malintencionada, lábil) y la artificial (en apariencia perfecta, virginal), en este caso entre un informático, un hombre de ciencia, y una androide de bellos rasgos y cuasibíblico nombre (Ava). Adán y Eva en un paraíso que es un juego (¿una broma? ¿una prueba?) más próximo a una cita a ciegas planteada con la cerebral ejecución de una partida de ajedrez.

    Con esa estética de laboratorio de la sci-fi kubrickiana (o de la sci-fi minimalista post Moon), la película plantea un duelo de seducción, posesión y puede que comprensión (o dominación) entre hombre y máquina que remite a las entrevistas del policía con el androide sospechoso de asesinato (o sea: de ser humano) del Yo, robot dirigido por Alex Proyas. Sin embargo ahí se queda, en mero apunte asimoviano porque lo que de verdad cuenta en la historia, en su desarrollo, es el aspecto de lo femenino (artificial… o no) versus lo masculino. Es aquí donde lo sexual y lo sentimental se colocan en el centro de esta convivencia con la perfección o la imperfección. Como si de una anticomedia romántica se tratara, Ex machina resetea con muy mala idea el chico encuentra chica o el mito de Pigmalión y acaba hablando muy en serio (pero también muy en broma) de los problemas con las mujeres de los que ya tanto Truffaut como Blake Edwards dieran cuenta. Todo adquiere un sentido final si nos acercamos al film como lo que de verdad es: un cuento del Decamerón (o de Canterbury, por ser británicos) futurista.

    A favor: Alicia Vikander.

    En contra: No entrar en su juego bocacciano o chauceriano.

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