"Los colores me ayudan a mantener las emociones separadas", hasta que éstas se exageran, reinterpretan, mezclan y explotan formando un lunático y explosivo arco iris, todo en vivo y directo, sin cortes ni pausa como el adorado y enaltecido show de Oprah Wrinfrey a quien tanto se admira e intenta imitar.
Bienvenido a mi, a mi programa, a mi mundo, a mi autoimagen, a mis sentimientos, gustos y enfados, gratitud y lamentos, a conocer y saber de mi vida, de mi pasado, de mi historia, a limpiar mi nombre de acusaciones falsas y hacer justicia con todos aquellos que se atrevieron a herirme, a hacerme daño, sin compasión ni miramientos..., todo ello gracias a la lotería azarosa que premia con dinero desproporcionado a quien no está preparado para recibirlo y permite iniciar una nueva era, nueva existencia donde brillar con luz propia de inmenso espíritu inagotable, todo ello adornado por el intenso abrazo de una personalidad peculiar y exclusiva caracterizada por el llamado transtorno boderline, una precipitada autista emocional, respecto los demás, que desvaría torpemente dentro de la hermosa y aturdida lógica que conforma su realidad que, una espléndida Kristen Wiig, interpreta con tanta sugestión, acierto y magnetismo que enamora en su imprevisto compás donde divierte y hiere por igual pues, amén de ser una fantástica actriz de grandes recursos interpretativos, posee un especial don para encarnar personajes excéntricos, inestables y extremos, heridos en su sensible corazón y alma tierna que se protegen con fuerza y coraje, que lloran amargamente al tiempo que ríen en un minuto, cataclismo absorbente que hipnotiza y atrae de forma extraña pero a quien, sin duda alguna, le ofreces tu tiempo, estima y voluntad de seguirla donde quiere que vaya pues cautiva y fascina en su dolor y alegría, en cada triste lágrima y esperanzadora sonrisa.
Porque, a pesar del gran reparto que ofrece este singular relato, la estrella es quién es, su decorado está realizado para lucimiento, sin stop ni barreras, de ella y el guión es un cuasi monólogo escrito para dejarte absorber y embaucar lelamente, con gran placer y encanto por esta personalidad única, delicia inolvidable y confusa que enlaza y rompe, disgrega y abraza al momento, a ritmo incoherente y estrambótico, con baile surrealista, espectáculo bochornoso y pasos de andadura patética a cual peor.
Pero, ahí está su magia, don y embrujo ya que seguirás pegado a la pantalla, mirando sin parpadear para no perderte un minuto de esta loca fanfarria, disparatado teatro de desmadre caótico y curiosidad innata por averiguar que otra tontería, desfachatez ridícula el dinero puede comprar y la falta de ética puede vender.
Porque, no vas a reír a carcajadas ni a sonreír abiertamente, el humor es ácido y corrosivo, charanga seca y doliente por observar el trágico y penoso realizar de quien lo inventa, presenta y de quienes lo permiten, amargura y despropósito que harán mofa con ironía al tiempo que lamentas tanta aspereza y descaro, mezcla de sentimientos procedentes de una comedia carismática que se mueve al son del desconcierto y los imprevistos, siendo este fuera de sentido y control, lo que te seduzca de ella.
Atrapa con disgusto y encandila con suplicio en sus evidentes heridas, desaborido entusiasmo que enloquece, apena y desbarata toda perspectiva porque se baña en el fango de quien saca beneficio de una enfermedad mental, sin respeto y con pericia, de quien sigue a su lado a pesar de los golpes y reveses y de quien tiene esperanzas de un futuro mejor, más estable donde las alas se apacigüen y el cisne se calme y conforme con nadar por aguas más tranquilas de bendita intimidad.
Deslumbre e inteligencia para una historia difícil de catalogar donde los sueños más incongruentes y la pesadilla más maldita toman forma, se hacen realidad y andan cual estrella errante por la alfombra roja, disparate que aplana, incongruencia que se adora, error tras desatino que, catatónicamente, te enreda y hechiza; vas a involucrarte cada vez más, a sentir con mayor pasión, a elevar el entusiasmo de una devoción entregada con inocencia cuya cuota de adrenalina y fervor van al son de la audiencia de este bochornoso, simbólico show sobre Alice Klieg, la única y verdadera protagonista, estrella incandescente hasta el último segundo donde, a pesar del apagón de la cámara, siempre encuentra una nueva luz roja que grabe para la posteridad y fans siempre dispuestos a ver, escuchar y saborear la próxima rareza que se le ocurra.
"Y empezamos en 10, 9, 8...,3, 2, 1 y estamos en el aire", siéntate, abre los ojos y maravíllate pues ¡vete a saber que disparate dispondrá la caja tonta!, irreverente, de pensamiento inestable, polarizada, de relaciones imposibles, dicotómica golosina maraca de la casa, afligida observación que te rompe ydeshace por dentro pero engancha para seguir mirando el absurdo circo montado, inhumanidad televisiva con amistad humana y la vuelta de la cordura una vez se toman las pastillas.
"Me estudio a mi mismo, más que a cualquier otro sujeto, esa es mi física, esa es mi metafísica", Michel de Mointagne; indefinible y descabellado trabajo, ¡enhorabuena, Shira Piven!