Renunciar a los sueños
por Beatriz MartínezLlega un momento en la vida en el que todos tenemos que aprender a renunciar a cosas. A personas a las que hemos querido, a amigos que ya no están, a sueños que se quedaron por el camino, a ilusiones que ya no volverán. En la renuncia, en saber aceptar que nada termina siendo como uno espera, se esconde parte del crecimiento de una persona. Y saber aceptar un fracaso, es casi más importante que celebrar una victoria. Es lo que le pasa a Juanito (Javier Cámara), que se marchó a Nueva York años atrás a vivir su sueño de convertirse en actor, y que no ha conseguido más que malvivir en la gran ciudad encadenando trabajos precarios uno tras otro. Y precisamente es lo contrario de lo que le ocurre a su primo Jorge (Raúl Arévalo), acostumbrado a que todo le salga bien y subido en el tren del triunfo en lo profesional y en lo personal. Dos seres totalmente diferentes que coincidirán unos días,chocando sus concepciones de vida frontalmente. Aunque eso, en el fondo, les enseñe que no siempre todo se encuentra tan preconcebido como pueda parecer.
Ese es el punto de partida de La vida inesperada, la segunda película de Jorge Torregrossa después de la experiencia de Fin, y que se acerca muchísimo más a su sensibilidad como director, a su forma de entender el cine, convirtiéndose en un proyecto mucho más personal a pesar de que el guion es obra de Elvira Lindo.
Si durante un tiempo la guionista y escritora mantuvo un vínculo muy estrecho con el realizador Miguel Albaladejo, junto al que realizó varias comedias dramáticas en las que latía el costumbrismo hispano y las estampas de la vida cotidiana con especial importancia en unos diálogos llenos de mordiente y revestido el conjunto con un cierto hálito de poesía de extrarradio, ahora Torregrossa se adapta de maravilla a este universo de perdedores, aportándole una mayor elegancia a la hora de perfilar la narración y su manera de plasmarla en la pantalla, en este caso, además de ese refinamiento y clase, la película está inundad de un espíritu más fresco y cosmopolita, constituyéndose como una simbiosis perfecta entre clasicismo y modernidad.
En realidad, La vida inesperada podría considerarse como un homenaje al cine de ambiente neoyorkino, a sus calles, a su gente, a su espíritu. Está recorrida por un aliento nostálgico, de otro tiempo, pero a la vez habla de cuestiones fundamentales de hoy, de las incertidumbres que se nos presentan en la actualidad, tanto labores como personales, sobre los miedos más profundos que nos acechan
A favor: Javier Cámara y Raúl Arévalo. Y la siempre estupenda Carmen Ruiz.
En contra: Incomprensible que no se llevara algo en Málaga.