Cautivadora e impresionante producción mejicana que muestra la dureza de una vida donde la supervivencia parece ser un objetivo difícil de alcanzar; sin florituras ni adornos decorativos, tu atención e interés se centran exclusivamente en unos personajes adictivos, de los que no puedes apartar la vista. Con un guión escueto y desnudo, de escaso intercambio y diálogo, la exhibición de la agotadora pobreza, de una crueldad cotidiana espeluznante, de una violencia rutinaria permitida y aceptada es de sublime impacto y de gran golpe visual; con una simplicidad en el uso de la cámara -con gran acierto- y con paisajes secos, aislados y austeros, impresiona enormemente la bestialidad de los hechos acontecidos y la represión inexplicable de las emociones que le acompañan. Dolorosa, desgarradora por la gran emotividad no mostrada ni expresada, lo que ves es tan escalofriante y atroz que tu captación por ella aumenta conforme aumenta la dureza. Su realismo bestial y una pasmada naturalidad son la clave de su enorme atractivo amén de una historia sobrecogedora y estremecedora que cuenta con una inexplicable sencillez y esta envuelta en una calma, tranquilidad -incluida la banda sonora- que horroriza y escandaliza, siendo un protagonista primordial. Te atrapa e inmoviliza, irrefutablemente, de forma silenciosa y callada, tal y como ocurren los acontecimientos narrados. Digna de verse y emocionarse.