Operaciones encubiertas
por Quim CasasDirty Wars es un documental producido y escrito por Jeremy Scahill, conocido periodista de investigación que se ha especializado en desvelar los manejos sucios de Estados Unidos en todas las guerras en las que interviene. El tema tiene interés (el filme acaba centrándose en el mando de operaciones encubiertas especiales), pero quizá hay un excesivo culto a la personalidad de este periodista-estrella un poco a lo Michael Moore, pero con menos dosis de protagonismo y sentido de la comedia.
El estreno de este documental que pasa de lo particular a lo general, de una operación encubierta a la globalidad del sistema capitalista y armamentístico que continúa rigiendo nuestros destinos –un ataque nocturno en Afganistán es algo así como la espoleta que activa una bomba fílmica de aparente mayor calado–, coincide en el tiempo con el del biopic sobre Julian Assange y la polémica de WikiLeaks.
En ambos casos, se trata del retrato de un personaje que se sitúa por decisión propia en el centro mismo del conflicto, alguien con un ego bastante acentuado aunque no sean lo mismo, ni representen nada parecido en el mercado actual de la información, Assange y Scahill. Ese es, en todo caso, el principal problema de Dirty Wars. El director de la película, Rick Rowley –responsable de la más personal The Fourth World War (2003), desaparece de escena desde el primer momento para otorgar palabra, gesto y obra al intrépido Scahill, no en vano guionista y productor, conductor y presencia permanente, héroe mediático de unos tiempos ciertamente inquietantes.
A favor: el método periodístico resulta por lo general bastante ágil.
En contra: la omnipresente presencia del reportero en cuestión.