Más atractiva para quienes ya siguen los videojuegos de la saga (si no les molesta la redundancia) que para aquéllos que van a conocer a sus personajes por vez primera a través de la película, la historia no parece saber decidirse entre si seguir los cánones de un juego o los propios del cine, presentándose más como una sucesión de pruebas a superar sospechosamente semejantes a las del más reciente título puesto en venta - y resueltas, eso sí, con escenas repletas de acción -, a lomos de una historia poco ambiciosa y previsible que apenas deja lugar al desarrollo de los personajes ni de la dinámica del supuesto dúo protagonista. Unos personajes que resultan simpáticos en cuanto a diseño y las pinceladas de humor, muy básico, que amenizan sus aventuras pueden hacer atractiva la película para el público infantil, a pesar de la simplicidad del argumento.
Más interesante resulta a nivel visual y de animación puesto que, habiéndose producido con un presupuesto de alrededor de 20 millones de dólares, presenta unos resultados más que aceptables, aunque obviamente sin llegar al nivel de Pixar o Disney. Así, se ven empleados recursos como el uso frecuente de fondos pintados en lugar de modelados en 3D, efectos especiales bastante humildes, bucles de animación o la animación de pocos personajes en escena... Aspectos ellos que, bien planteados, no desmerecen un conjunto visualmente atractivo.
Por otra parte Munroe optó finalmente por usar unos diseños de personajes bastante parecidos, quizás en un exceso de afán ahorrador, a los del juego original, lo que podrá considerarse bueno o peor, según se mire. Según el director, no tenía sentido cambiar lo que ya funcionaba en el juego... Pero, siguiendo este razonamiento, ¿tenía sentido la película?