La directora Salomé Lamas escogió a un cámara japonés para que no pudiera entender el relato de Paulo Figueiredo.
Durante el relato de Figueiredo asegura haber asesinado a nueve personas encargadas por los GAL, pero a medida que continua con su historia saltan a la luz más víctimas y hacen suponer que nueve serían solo las víctimas oficiales.
Figueiredo aceptó el proyecto con la condición de que él fuera el primer espectador de la película. Pero Salomé Lamas no pudo cumplir con su promesa ya que Paulo no apareció. La directora ha asegurado que puede que esté muerto porque le dijo explícitamente "hago el film y desaparezco".