"Dos pueden guardan un secreto si uno de ellos está muerto"
Stephen King, escritor reconocido mundialmente de novelas de terror y misterio que se han convertido, muchas de ellas, en best-sellers mundiales mientras que otras han sido llevadas con gran éxito a la pantalla osando extraer sus inquietantes palabras de la hermosa hoja bañada en tinta a espeluznantes imágenes que cortan la respiración y angustian a cada segundo de visión como son, ejemplo de ello, la penetrante e inquietante "El resplandor" o la obsesiva e impetuosa "Misery" entre muchas de ellas.
Para esta ocasión, se hacen servir de un cuento corto de inspiración tenue realizado por el susodicho artista, manejador indiscutible de la pluma con arte ingenioso ante su inventiva incesante y que se encuentra, como un relato más, dentro de su novela "Todo oscuro, sin estrellas" y, ya sea por lealtad o ineficiencia, el filme, para no desmarcarse de su fábula inspiradora, resulta del mismo nivel neutro y moderado que el texto en el cual se basa, es de suponer desde mi ignorancia de dicho escrito aunque, como siempre, la palabra leída es mucho más suculenta y rica que lo aquí escenificado, sea cual sea ésta.
No hay sorpresa alguna que eclipse tu alma, ni novedad que electrice tu corazón nulo de incertidumbre, ni cosquilleo que revuelva tu curiosidad pues la sinopsis ya te adelanta que estamos ante una familia idílica y ejemplar cuyo marido devoto-padre querido resulta ser un asesino en serie pero, incluso con ese conocimiento previo del malo de la película descubierto por anticipado, ésta no encuentra su lugar de ser ni razón de desarrollo eficaz y eficiente y, simplemente, resulta sosa, poco estimulante y apenas atractiva o sugerente para motivar tu interés o apego más allá de una plácida visión y relajada percepción.
Es fácil desencriptar su evolución y desenlace lo cual, profundiza en su ausencia de exquisitez y estima en la atención otorgada, incluso el personaje misterioso que deambula por las escenas creando supuesta tensión, vacilación y sospecha y que al final debe dar lección inesperada y brillante de justicia de la mano que sobresalte, altere y deslumbre, se queda en poco más que nada.
No se si la culpa es de la escasez de contenido en el material del texto original o de la poca pericia de Peter Askin para sacarle jugo, sabor delicioso o algo de pánico picante a una historia que transcurre sin grandes contratiempos, con actuaciones modestas y evidencia clara de falta de pasión, ímpetu o entusiasmo que aligeren esa pesadez notable ante la desilusión de las carencias ofrecidas pues, sólo ante la noticia de estar basado en un texto de uno de los reyes del terror escrito y usado como único punto de apoyo para su venta y marketing, uno espera algo más que un relato modesto, simple y demasiado sencillo y facilón en su resolución; más suspense, intriga y emoción le hubieran venido que ¡ni al pelo! para subir en su categoría amorfa de aportar apenas nada más de un apacible estar, un cómodo observar y un tranquilo consumir un producto de destino directo para DVD o televisión de sobremesa.
El nombre de Stephen King cae en saco roto cuando se utiliza su talento para pasar el rato pues toda la inocente ilusión de inicio de un espectador esperanzado se pierde al avanzar en un relato comedido en su complacencia, ecuánime en su digestión y poco ambicioso en su oferta donde, la clave es una demanda suave y ligera del publico expectante para no estar a la espera de una ascendente intensidad que no hace acto de presencia pues, ni la transformación de los personajes ni la sentencia conclusiva final de mandato imperante suponen nada que asombre o perturbe ni en demasía ni en déficit ni en apagada soledad.
Demasiado barato, pobre y mísero para la historia vendida y el autor de quien procede. Mejorable, al menos que te conformes con ociosidad ecónomica de composición módica.
"Un lugar para todo y todo en su lugar", que en esta ocasión no se cumple ni ejecuta.