"Stigmata" es un correcto y entretenido thriller, de posesiones-exorcismos, dirigido por Rupert Wainwright, y protagonizado por Patricia Arquette y Gabriel Byrne. Frankie es una mujer de 23 años atea, que es estilista y vive sola en Pittsburgh. Un día su madre le envía un "recuerdo" desde Brasil, precisamente, el rosario de un parroco que acaba de morir. Es una chica liberal, desinhibida, feliz con ella misma, un día piensa que esta embarazada y mientras esta en la tina pensando en la inmortalidad del cangrejo, comienza su martirio, aparece el primer estigma. No entiende el porqué, después de un perturbador accidente en el metro, donde le aparece otro de los estigmas, es decir, las heridas recibidas por Jesucristo y que sólo los santos más devotos suelen experimentar.
El problema es que Frankie es, lo que se dice, una agnóstica confesa, un sacerdote y dos monjas son testigos del suceso, y comienza aquí una ardua investigación que llega hasta el Vaticano, que llevará, a un sacerdote de mentalidad abierta, el mismo que se dedica a descubrir la falsedad de muchos "milagros". Encontrándose este, investigando casos en Brasil, y en el terminaría en un pueblo, donde estaba refugiado un párroco que es pieza clave en la película. En dicho pueblo, existe una estatua de la Virgen María que llora sangre desde la muerte del padre Delmonico, que más o menos viene siendo "alguien que sabe la verdad de la iglesia", osea parte del Evangelio de Tomás. Al descubrir algunas cosas de verdadero significado y que, por feroces intereses, el sector más reaccionario de la iglesia, se empeña en mantener a oscuras la historia original, y sí, es un tema poco explotado el de los estigmas, un tema todavía tabú para muchos en la vida real.
La película refuerza un aspecto que ya hemos visto en anteriores cintas sobre esta temática (la religión de su protagonista) y que si bien no son novedosas, siempre logra atraer al público amante de las posesiones y los misterios ocultos detrás de esos fenómenos que siempre podrán darnos grandes satisfacciones como flagrantes decepciones a los considerados amantes de este género entre los que me incluyo. La forma de realizar las secuencias dentro de la normalidad existente en la vida de un poseso, se refleja adecuadamente en la cinta. El recorrer del camino de un ser humano en esas situaciones no se puede antojar más aterrador dada la alteración que sufren en su psique incluso llegando a pensar en la locura como producto de este tipo de fenómenos, algo que lejos de cualquier tipo de religión, tiene un componente psicológico demostrado al ser las personas influenciables ante cualquier estimulo en su cerebro. Esta sería una parte de lo que entendí del filme, más allá de cualquier apreciación o creencia que pueda tener en una materia que tanto me apasiona.
La actuaciones son correctas, Patricia Arquette hizo en mi opinión, uno de los mejores papeles que le recuerdo. Llevó de forma creíble la historia obviando claro está, que no es una de las afamadas actrices dentro de la industria. Sobre Gabriel Byrne, tengo que decir, a mi parecer, que la nominación a los premios Razzie como peor actor secundario me parece subrrealista, es un actor que le da seriedad a su personaje aunque quizá las comparaciones con otros en este mismo sentido de la trama, pueda deslucir un poco su interpretación. Ambos me llevaron a disfrutar con sus aciertos y fallos, de un film lleno de muchos matices en el tema de las posesiones. El resto del reparto están pasables.
En definitiva, una película para reflexionar, da lo mismo que seas o no creyente, o siéndolo que seas practicante, lego o seglar. La Iglesia siempre ha tenido en sus manos todo el saber humano en sus monasterios y bibliotecas, y han sacado a la luz lo que les interesaba, y ocultaban todo aquéllo que no. Nos da a conocer los pormenores del fenómeno de los estigmatizados a la vez que realiza una crítica poco sutil a la iglesia de Roma, lo cual resulta a la misma vez útil y engañoso para los espectadores desconocedores del tema, puesto que no todos los estigmatizados sufren posesiones. Es precisa en su argumento, bien narrada, con un domninio del tiempo encomiable, aventurándose en un género muy arriesgado.