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    El maestro del agua
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    3,0
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    17 Críticas del usuario

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    JOSE72
    JOSE72

    21.173 usuarios 219 críticas Sigue sus publicaciones

    2,5
    Publicada el 3 de mayo de 2015
    Como sucediera con el “Unbroken” de Angelina Jolie aquí estamos ante uno de los primeros pasos en la Dirección (el primero en este caso) de un actor al que todos conocemos y al igual que Jolie también toma una Guerra Mundial como medio para mostrarnos una historia real que si no nos lo dicen pensaríamos que es demasiado obvia y poco creíble. El resultado es igual que con la película de Angelina….correcto y acertado… esperando una nueva entrega para ver si tenemos un Director/a con futuro….. curioso el mundo del Cine que nos puede hacer creer que una chica eslava (Kurylenko) puede pasar perfectamente por una chica otomana, también aplaudir a Crowe por mostrarnos una cultura turca con respecto algo que se ve poco en las grandes producciones, eso si la imagen de los griegos…….tela…………
    Francisco Jesus V.
    Francisco Jesus V.

    12 usuarios 17 críticas Sigue sus publicaciones

    3,5
    Publicada el 3 de mayo de 2015
    La historia de la película es estremecedora, un tanto extraña la casualidad de la vida que vive un padre que busca a sus tres hijos muertos en Gallipoli, con escenas dignas de películas de lujo, Russell Crowe lo hace mejor de director que de actor.
    Charlie W.
    Charlie W.

    12 usuarios 17 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 1 de mayo de 2015
    Russell Crowe delante y detrás de las cámaras. Esta sería la más concisa y acertada definición que podría aplicársele a “El maestro del agua”. El neozelandés abre con este film su etapa como director fundiendo en una las dos facetas que le sirven de fórmula magistral para dar forma según su propio criterio a una historia, parte bélica, parte aventurera, adornada muy por encima por el romance casi imperceptible entre éste y Olga Kurylenko.
    La película tiene cuerpo, carácter, y arrastra con dignidad ese cine de elementos naturales, coloridos salvajes entrelazados al ser humano, al personaje que rodean y sus circunstancias, acercándose muy mucho a esa simbiosis tan emocional que provocan tales cintas.
    Hasta este punto, esta fórmula parece ser la correcta, y de hecho lo es; otra cosa es que no sólo de planos sutiles embriagados de una idílica escenografía vive el espectador, ya que la historia tarda en arrancar, tal vez demasiado, aniquilando en parte lo ganado con otros méritos. Crowe gana consigo mismo, obviamente, casi siempre lo hace, e imprime ese “aquí estoy yo” con contundencia, arrasando con mediocridades que en la trama puedan darse. Suple en parte carencias y por supuesto, hace mejor lo bueno.
    La batalla de Galípoli, sus terribles y absurdas consecuencias, harán que este hombre se enfangue ahora en otro tipo de embarrados territorios mucho más peligrosos, pero igual de azarosos que los pozos de agua con los que se gana la vida.
    Acalladas las armas, es hora de hacer recuento sobre todo de lo que se ha perdido frente a lo tragicómico de lo ganado. La crudeza de la realidad circundante va aliada a la intrínseca rudeza de espíritu de la gente de la época. A la fuerza ahorcan, y el personaje de Crowe luchará en otro tipo de batalla para que sus hijos desaparecidos en combate no acaben en la fosa común que la inconcebible burocracia de la época establece como protocolo oficial.
    La parte final coge ritmo, se acelera en emociones, se redime en parte con respecto a su inicio, y el protagonista se arma de coraje en pos de encontrar y llevarse consigo a sus hijos, vivos o muertos. La última voluntad de su esposa, su propia soledad, y el remordimiento que le reconcome por haberlos dejado marchar a la guerra, serán suficientes alegatos para que este maestro del agua lleve a cabo una empresa que a pocos dejará indiferente.
    Rafael Coronado Navarro
    Rafael Coronado Navarro

    23 usuarios 20 críticas Sigue sus publicaciones

    2,0
    Publicada el 1 de mayo de 2015
    Personalmente la primera película que dirige, este actor pasado a director, no me ha gustado nada, ni como película de aventuras, que no lo es, ni de amor que tampoco es, en fin me dejó indiferente, más bien aburrido y deseando que acabara.
    Lourdes L.
    Lourdes L.

    129.894 usuarios 920 críticas Sigue sus publicaciones

    3,0
    Publicada el 26 de abril de 2015
    Comprensible timidez de quien se expone a ser juzgado por su ojo, hábil o torpe, al mando del manejo de la cámara.
    ¿Qué le apetece tomar, señor Crowe?, ¿qué va a ser, café dulce o amargo?, porque parece que piensa, duda pero ¡no se decide!
    Historia bélica, homenaje a los caídos en guerra, nunca hallados/siempre recordados, con pinceladas altruistas de romance dulzón y pueril entre adultos ya instruidos...,¿necesaria la mezcolanza de relato de amor, suave y cómodo, para afianzar la atención de una conciencia que, sola ante el dolor y la tristeza recordatoria del horror de la batalla y sus injustas víctimas, no se mantendría con mirada fija, sin despiste ni pestañeo ante el interés de la narración épica?
    Nuestro -uno más que cae- actor consagrado, metido a director novel, opta por la seguridad del itinerario marcado en las instrucciones de cómo manejar la cámara por primera vez y no meter la pata, manera eficaz, correcta de hallar los planos, disponer sucesiones narrativas y no perder la estela ni dañar la mira del espectador que espera, sólo que, como todo libro al uso estándar de general proceder, no sabe dar los instrumentos, ni consejos, ni órdenes sobre cómo atribuir carisma a lo expuesto, pasión a lo realizado, vivacidad al cóctel manejado y que no se convierta en bebida corriente, fácil de digerir, más rápido de olvidar por la simpleza de su crónica.
    Excelente exhibición paisajística de una fotografía de contrastes que dispone su memoria entre el avance del esperanzador presente y el inamovible y horrible pasado, breves notas escuetas de la tortura, violencia y ultraje de lo ya hecho con el optimismo y candidez de oportunidad nueva abierta ante la vista, un juego de dirección discreta, actuaciones acordes y guión poco inspirado que sin adormecer, tampoco cautiva, dejando al público en un estado neutro e insustancial que, tratándose de amor y guerra, es parcela que deja mucho que desear.
    Cándido caminar que nunca adquiere velocidad plena, tristeza y dolencia que se revisten de simpatía bondadosa e ingenuidad apacible, cariño y sencillez como estandarte, un aplauso a la ensalada de aceite y vinagre del recién horneado capitán australiano, ánimo para su escarceo primerizo y mejora en posteriores intentos pero, dejando la condescendencia, peloteo y complicidad de coraje para que no abandone la ruta emprendida, el que visiona se queda levemente en espera de una acción ardiente, relato histórico, connivencia con los sentimientos expresados que no llega ni alcanza cuotas de merecida narración y reseña pues sus personajes se mueven por la facilidad y armonía de navegar por aguas tranquilas y alejarse, como norma no escrita, de mares impestuosos y olas inquietas.
    Que no disguste no significa que plazca, que de un tirón se consuma no lleva consigo la suculencia del alimento ni el gozo del paladar que lo saborea, este padre voluntarioso con ensoñaciones de revelación adivinada y modestia en su atractivo porte de rompecorazones, protege en exceso su sueño y no opta por el riesgo interpretativo ni expositivo, da para estancia breve de fábula poética con ingredientes varios que aporta un poco de todo pero lejos de un cuento inolvidable, de gran drama y novela consistente que se aprecie y devore con ansiedad plena, satisfacción que queda a la espera, en esa larga cola de películas apropiadas que se adecuan a la posición media pero que ni resaltan, ni explosionan más allá de poner un paso delante de otro y hacer levedad de un camino, que al caminante, dado su andar, le resulta flojo y escaso, sin mucho que instruir, tastar o saborear.
    Belleza estética de personalidad blanda, ausencia de intensidad firme, complacencia en las formas pero contenido casto y discreto, delicadeza sin llama, finura sin exigencia, armonía de bienestar buscado en una correlación de eventos que no alterarán tu confortable estado anímico ni el acompasado ritmo de un corazón que observa sin protestar pues no se implica ni siente gran cosa y, una película que deja indiferentes a las emociones cuando abarca el peliagudo enfoque de quién sabe dónde están nuestros seres queridos..., sólo se disculpa y perdona por ser recién desvirgado, currículum vitae sin experiencia adquirida pero está claro que Gladiator no tenía claro que desayunar, si dulce o salado, ligero o pesado, croissant o tostadas y barruntando pizcas de todo lo que tenía a mano, con elegancia pero fruto moderado, confeccionó un plato general de magnitud nimia y tueste amansado y, ahora mismo, el consuelo de que tiene buenas perspectivas de mejorar con el tiempo y adquirir la consistencia que aquí no logra sirve de poco pues aún tengo el regusto de escasez de nutrientes y absorción ligera que no se mitigan ante esa previsible mejoría que todos visionan y anhelan.
    En esta ocasión no se cumple la propiedad conmutativa ya que cambiar el orden de los sumandos si altera el resultado, no es lo mismo "pan para hoy y hambre para mañana" que hambre presente/ya veremos más adelante si el pan hace acción de presentarse, Russel Crowe aún no controla el poder y tempo de saciar con compás y acierto a la audiencia, más adelante ¡ya veremos!
    djjim
    djjim

    5 usuarios 11 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 25 de abril de 2015
    Buen ritmo e imagen. Es una americanada de película pero entretiene.. la recomiendo, tiene un poco de varios estilos.
    Gerardo M.
    Gerardo M.

    4.532 usuarios 134 críticas Sigue sus publicaciones

    2,0
    Publicada el 17 de abril de 2015
    Los fantasmas de Galípoli

    20 de diciembre de 1915. Los otomanos y los alemanes ven cómo las tropas enemigas, formadas fundamentalmente por franceses y británicos, abandonan la península de Galípoli tras varios intentos de invasión frustrados, dando comienzo al fin de una batalla que en menos de un año se cobró la vida de más de medio millón de personas entre uno y otro bando. Cuatro años después, los hijos de Joshua Connor no han vuelto a casa de la contienda. Ya sea con vida o no, el zahorí partirá en busca de sus tres hijos como promesa a su esposa.

    Russell Crowe, que se reserva también el papel principal, afronta su debut en la dirección con aires clásicos, y de hecho podría considerarse que tiene ecos del cine de David Lean. Pero además, “El maestro del agua” viene a ser un cruce entre “Salvar al soldado Ryan”, “Largo domingo de noviazgo” y, sobre todo, el “Gallipoli” de Peter Weir. Porque esta ambiciosa ópera prima recuerda mucho a los trabajos tras la cámara del formidable director de origen australiano.

    Pero mientras que el responsable de obras tan míticas como “El año que vivimos misteriosamente”, “La costa de los mosquitos” o “Master & Commander” consigue sacar partido a cualquier historia épica con su elegante puesta en escena y su vibrante dirección a todos los niveles, Crowe tira de ingenuidad y extrema bondad y se muestra torpe y atropellado. El protagonista de “Gladiator” no sabe cómo utilizar la música, abusa de ella, así como de la distorsión de la imagen, los zooms, la cámara lenta o los flashbacks, estos últimos mal insertados en la narración y repetidos tantas veces que rompen la linealidad del relato. Por ejemplo, muestra imágenes de la guerra una y otra vez como si su personaje en el film hubiera estado en el campo de batalla, o instantes del futuro que acaban volviéndola previsible y restan emoción al conjunto.

    Y más allá de la dirección, donde también hace aguas es en la historia. El film trata de tocar tantos palos en la narración, vagando entre el melodrama romántico o el cine bélico y con una presentación tan forzada, que finalmente no le saca la punta a ninguno de ellos. La trama no termina de arrancar en ningún momento ni emocionar. Le falta pasión, empuje, y le sobra más de un pasaje que ha sido metido con calzador.

    Ahora bien, está lejos de ser una mala película. “El maestro del agua” se ve con comodidad y aunque se haga pesada en ciertos tramos –la historia de amor forzada, por ejemplo, rompe el ritmo y no acaba de cuajar-, no llega a aburrir del todo. Por otro lado, está lujosamente ambientada y la fotografía, obra del maestro Andrew Lesnie, es soberbia. Pero se queda en un intento de cine clásico irregular y falto de amor, de emociones. Los fantasmas de Galípoli ya fueron homenajeados como merecían hace más de treinta años, a través de la historia de los dos atletas australianos unidos en el horror de la guerra.

    A favor: la ambientación y la fotografía, y que se hace ligera
    En contra: la torpe y nada pasional dirección de Crowe, los tropezones de una trama a la que le sobran algunas líneas argumentales
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