Amigos hasta la muerte
por Marcos GandíaAnunciada como el fin de una ahora trilogía, esta tercera entrega de las adaptaciones de unos libros ilustrados infantiles (que seguirán siendo material al servicio de una entretenida serie televisiva, eso sí) intenta a su manera cerrar una historia que, dragones y aventuras fantásticas al margen, era de amistad, madurez y asunción de algo que iba asomándose entre el humor, el amor y los mundos legendarios y los colores arrebatadores: la presencia de la muerte. El plano final de Cómo entrenar a tu dragón sigue siendo uno de esos insólitos momentos dentro del cine de animación, obligado casi por contrato mefistofélico a resultar cómodo para su gran público. Un instante tan conmovedor como duro, que parecía poner a esta franquicia vikinga con dragones en una senda más adulta. La continuación no olvidaba ese componente de crecimiento, de aceptación de responsabilidades y de seguimiento de la relación entre nuestro protagonista y Desdentao, su fiel dragón. Pero lo que primaba eran las aventuras, aquí en forma de conspiración real (por monárquica), amenaza casi sobrenatural y hechicera y cancha para el resto de secundarios graciosos.
Cómo entrenar a tu dragón 3 repite de manera lineal el argumento, la trama de su predecesora, aunque esta vez el viaje hacia lo desconocido adquiere por momentos el metafórico aspecto de una odisea hacia la edad adulta y la autoconciencia de ser un ente mortal, animado, pero mortal. Cual si fuera El Dorado de Río Bravo, el film de dibujos animados reescribe la segunda parte con pinceladas aquí y allá sobre el paso del tiempo, los lazos no tan sólidos de la amistad y la extraña sensación de que al final de la aventura nada volverá a ser igual. Como no habría sido igual esta tercera parte si el miedo a resultar más triste de lo habitual y más trágico de lo habitual no hubiera hecho primar los gags, las risas y el espectáculo que la animación hoy día solamente es capaz ella de regalarnos. A pesar de ello, nada que objetar a la película. Ojalá otras franquicias animadas fueran tan ricas en apuntes (y en entretenimiento puro) como ésta.