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    Love & Mercy
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    3,3
    12 notas
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    Lourdes L.
    Lourdes L.

    129.886 usuarios 920 críticas Sigue sus publicaciones

    3,5
    Publicada el 15 de noviembre de 2015
    El niño empezó a sufrir, el joven tenía señales obvias de quebrarse, el adulto surgió ya roto, sólo queda el auxilio y la supervivencia; “love & mercy”, amor y misericordia para quien sigue vivo a pesar de todo.
    Sin duda alguna, no hay película parecida que cuente la dicha y desgracias de un real personaje de nuestra historia reciente, ya sea músico, deportista o de cualquier otra modalidad consabida, de modo tal y como aquí se plantea y manifiesta.
    Y todo el mérito, completa responsabilidad de ello es para un eficaz y ocurrente Bill Pohlad, que plasma la caída al infierno y el terrorífico sentimiento de permanecer cautivo en el susodicho averno con una sorprendente gracia, acertado esmero y sabia composición de sus diversos y alternos tempos, combinados con esa maestría y lucimiento de encaje que muestra la concatenación de los alucinantes y alarmantes sucesos, reacciones y síntomas surgidos al compás de la maravilla de creaciones que su mente no podía dejar de construir y tocar.
    Porque Brian Wilson era, es músico, artista de talento compositivo reconocido, es la único claro y perceptivo que obtienes de su narración, esa calma y aislamiento que le concedía su don creativo cuando éste se ponía en marcha, más ese temor constante de perder el contacto con su necesitada e imprescindible inspiración pues ella manda, ella controla, ella decide cuando surge y cuando se repliega; y esa dependencia emocional y cabal sobre esencia tan fugaz y esquiva, que a nada ni nadie responde, es sublime y peligrosa, grandiosa e inquietante, riqueza de musa personal con la que es difícil coexistir pero es la única con la que se entiende, la única que le proporciona estabilidad de saber qué hacer, seguridad de sosiego y paz mientras sea ella la que ordene y mande.
    Luego está esa segunda parte, la de persona carnal que cohabita con otros conciudadanos, familia y amigos con quienes tiene problemas de equilibrio emocional y de procedimiento racional, enfrentamiento de quien no posee cabeza ni lógica cuando no gobierna su numen interior y tiene que lidiar solo, consigo mismo y con la rutina, con su arduo y peliagudo día a día que, a cada segundo se presenta más oscuro, siniestro y desconcido.
    Excelente crónica, de una peculiar existencia, narrada con exceso y armonía de mostrar como su propio monstruo anímico comienza a devorar la conciencia inventiva de un genio compositor de la música, como deshace su realidad y le convierte en un monigote sin voz, voto ni opinión que no se ajuste a la de su doctor y tutor que dicta quién es y qué puede hacer ahora; solitario y asutado, como maltratado crío abandonado por sus padres y seres queridos, yace sometido a la voluntad de quien se presenta como su dictatorial dueño y salvador.
    Admiración hacia la figura, asombro hacia el hombre, conmoción por lo sufrido, fascinación por lo relatado, un compendio de sensaciones inesperadas que hacen de esta cinta todo un inaudito descubrimiento de placer desordenado, al tiempo que exquisito; un amor agradecido y misericordioso, que otorga misericordia y sinceras gracias de querer sin solicitar nada, rareza visual de composición inédita que permiten un conglomerado confuso y sobresaliente, cortés recepción que con entusiasmo, curiosidad y perplejidad va introduciendo su relato para trasladarte al doloros sentimiento de quien está perdido, hundido y destrozado desde hace años.
    Los Beach Boys y su inestable componente y co-fundador, años locos cuya inspiración era lo único estable e íntegro, los sonados años 60 con sus desbordantes emociones, con un fantástico, en su libre y demente interpretación, Paul Dano, junto a un John Cusak, en el presente, que le va a la zaga y el recordatorio apesadumbrado de una niñez doliente y castigadora, verosímil plasmación con su excelsa música de acompañamiento que ofrece el tormento de la creatividad y la añoranza de su pérdida.
    No hace un repaso por toda su vida, toma dos momentos concretos y partituras esporádicas de lo que con antelación tuvo lugar, no resume, no juzga, no usa el convencionalismo lineal de biopic de estrella, la joven parte exhibida con más deleite y pasión/la adulta más densa y carcomida, cojea respecto el doctor y su por qué, deja sin resolver dudas que cualquier vidente avispado se pregunta; algunas escenas son evocadoras y efervescentes/otras menos deslumbrantes y motivadoras, un filme caótico por momentos, incomprensible por otros, lunático en su mayoría, interesante en su originalidad, psicodélico en su costumbre de andadura, enigmática en conjunto no es biografía tradicional, profundiza en la mente de un creador, en sus miedos, desequilibrios y lucha interna y deja sin cerrar muchas puertas abiertas que no enturbian lo que realmente se desea contar, instantes puntuales de una realidad agónica que parece, por fin, logra placidez y bonanza.
    Tenebrosa y transtornada vivencia que bien merece tu atención y tiempo, es distinta, desigual, imposible te deje indiferente y al margen de su disparidad; te gustará por trozos, te chocará en su acervo, te impactará en su depresión y ego, te desconcertará en su excentricidad; genio y figura que compuso “God only knows”, por tanto, “Love & mercy” Brian, de corazón.

    Lo mejor, su original formato, sus dos actores principales y el interés por saber de su protagonista.
    Lo peor, deja cabos sueltos sin resolver ni matizar
    Nota 6,8
    Beatriz López Velasco
    Beatriz López Velasco

    96.855 usuarios 455 críticas Sigue sus publicaciones

    4,0
    Publicada el 1 de diciembre de 2015
    El cineasta Bill Pohlad es conocido principalmente por su labor como productor, a él debemos películas tan premiadas como Brokeback mountain, 12 años de esclavitud o Alma salvaje. En 1990 rodó su primera película como director (Old explorers) y ahora, casi 25 años después, vuelve a ponerse detrás de las cámaras para recrear la vida del músico y compositor Brian Wilson, cofundador de The Beach Boys. Love & mercy se proyectó en el Festival de Cine de Toronto de 2014, aunque no se estrenó en salas hasta el verano de 2015.
    La película se presenta como un relato paralelo que abarca dos períodos concretos de tiempo en la vida de Brian Wilson, por un lado los años 60 con un joven Wilson, compositor y genio creativo que ya ha alcanzado la fama con su grupo, The Beach Boys. Después de un ataque de pánico en un avión, Wilson se aparta de las giras para centrarse en la grabación de un disco que considera la obra más grande jamás creada, donde volcará todo su talento creativo, a la vez que empieza a perder el contacto con la realidad y a escuchar voces en su cabeza, algo que se verá agravado por el consumo de drogas. La tensa relación con su padre, un hombre estricto y violento con él cuando era niño, tampoco ayuda.
    Por otro lado vemos a un Wilson de mediana edad, en la década de los ochenta, cuando conoce a Melinda, una guapa vendedora de coches con la que intenta mantener una relación. Pero la vida de Wilson está muy controlada por el doctor Eugene Landy, el hombre que años atrás consiguió que dejará las drogas y que ahora es su tutor legal controlado cualquier aspecto de su vida. Melinda comprueba como el doctor medica en exceso a Brian, le ha apartado de su familia impidiendo que los vea y tiene una relación de dependencia y sumisión con el doctor que no es sana.
    Este no es un biopic al uso, primero porque el relato no es lineal ya que constantemente salta del pasado al presente, centrándose en dos periodos muy concretos de la vida Brian Wilson. Tiene un guion muy bien trabajado que no elude las cuestiones más incomodas como los primeros contactos con las drogas y la evidencia de que su salud mental empezaba a deteriorarse. Muy bien reflejada la soledad que debió sentir al no sentirse entendido y respetado por el resto del grupo, algo que le aisló más en su mundo interior con esas voces que escuchaba en su cabeza. Me llama poderosamente la atención que ningún miembro de la banda, formada por dos de sus hermanos, un primo y un amigo de la infancia, pareció notar que Wilson necesitaba ayuda y estaban más preocupados en encontrar un tema que le devolviera al número 1 de las listas de ventas.
    Otro de los aciertos de la película es la elección de dos actores diferentes para interpretar al mismo personaje, Paul Dano para el joven Brian Wilson y John Cusack para su versión adulta. Dos actores distintos para remarcar el hecho de que la personalidad de Wilson cambió tanto que se convirtió en una persona distinta. Llegados a este punto no sabría a cuál de los dos me ha gustado más, siento debilidad por John Cusack (Alta fidelidad, 2012), me gusta su interpretación de un tipo atormentado y medicado en exceso que no actúa con coherencia. Por su parte, Paul Dano (Pequeña Miss sunshine) tiene un rendimiento increíble, hasta llego a engordar varios kilos para parecerse al personaje. Los dos han sabido captar esos aspectos de la personalidad de Wilson que le hicieron de él un músico tan excepcional.
    Un Paul Giamatti (El ilusionista) con pelo se encarga de dar vida al doctor Eugene Landy, un tipo cruel y manipulador que se estuvo aprovechando durante años de su paciente, me ha sorprendido mucho su trabajo mostrando su lado más grosero y desagradable. Elizabeth Banks (Saga Los Juegos del Hambre) es el único personaje femenino destacable como Melinda Ledbetter, la mujer que lucho por apartar al doctor de la vida de Wilson, que más tarde se convirtió en su segunda esposa y con quien tendría cinco hijos. Por cierto, que el título de la película (Love & mercy) hace referencia al título de una canción escrita por Brian Wilson y que apareció en su álbum en solitario lanzado en 1988, canción que podemos escuchar durante los títulos de créditos finales interpretada por el auténtico Brian Wilson.
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