"Expediente Warren 2: El Caso Enfield" es una brillante y efectiva secuela, dirigida por James Wan. Antes del estreno siquiera de “The Conjuring”, que se convertiría en todo un éxito y en un punto de referencia en el cine de terror de la segunda década del nuevo milenio, James Wan confirmó que ya se encontraba en etapa de desarrollo de una secuela directa, con la misma dupla de guionistas, Chad y Carey Hayes y él mismo en la dirección. Al mismo tiempo, confirmaría a la pareja protagónica conformada por Vera Farmiga y Patrick Wilson como el matrimonio Warren. Uno de los méritos del film, será la acertada amalgama de subtramas, que flirtean con la trama principal, la del Poltergiest de Enfield, sin por ello mostrarse como un mero relleno o un ejercicio vacío de narración cinematográfica. Estas subtramas nos ofrecen una nueva oportunidad para contextualizar la vida y obra de este dúo de heroicos investigadores paranormales, puntualmente el caso de Amityville y el del demonio Valak y la figura de la monja, y el peligro inminente de la actividad paranormal para los Warren.
La primera subtrama, hace referencia al caso o polémica más importante en la carrera de los Warren, el de la familia Lutz y los espíritus diabólicos que los atormentaron durante un mes, luego de la masacre perpetrada por Ronald DeFeo Jr. en 1974 en contra de su propia familia. La película aborda inteligentemente, la perspectiva de los escépticos, una que no siempre es incluida en los filmes de posesiones y demonios, y que el director no deja pasar, a propósito de las constantes polémicas sobre fraude que los Warren debieron enfrentar en sus vidas. La segunda subtrama, con Wan involucrado en labores de producción, como vehículo narrativo para explicar la verdadera fuerza antagónica de la cinta, que permite volverse más dinámica hacia el clímax y explorar las posibilidades que el mismo relato ofrece. El demonio Valak asoma entonces como una fuerza mucho más agresiva e incontenible y, por tanto, una fuerza antagónica mucho más difícil de conjurar que requerirá que los protagonistas, pongan incluso en juego sus propias vidas, al hacer frente a entidades que sólo un exorcista se atrevería a enfrentar. Y, en tercer lugar, ligado fuertemente con el punto anterior, el hecho de que los Warren expongan ciertamente su integridad más por una cuestión de deber moral que otra cosa. No cabe duda que se trata de una dramatización orientada a representar al matrimonio como verdaderos héroes que gustan de ayudar a la gente no por una cuestión de fama o dinero, sino por una cuestión de profunda conciencia y respeto por los dones recibidos (en especial, Lorraine).
Por otra parte, hay un par de elementos narrativos que esboza pero a los cuales no saca mayor provecho, como la caída del Partido Laborista y el advenimiento de Margaret Thatcher (1979-1990), un elemento que podría haber dado un mejor contexto a la situación de pobreza de la familia Hogdson y tantas otras, reflejo de la violencia económica del contexto, o el proceso de ridiculización del caso que incluso fue mucho más interesante que el mismo incidente, y que el director decide dejar de lado más por una cuestión de evitar un autosabotaje que otra cosa, siendo que pudo haber constituido un aliciente que reforzara la tesis sobrenatural de la película, aunque no hay que olvidar que el trabajo de Wan no es probar o no probar si el caso del Poltergeist Enfield fue real o no, si no más bien presentarlo como una opción válida de entretención de una película de terror. La cinta tiene un mejor trabajo técnico que su precuela, en donde destaca especialmente el trabajo de cámara de James Wan, quién demuestra saber cómo generar tensión con y sin ausencia de formas sobrenaturales en escena, aunque abuse un poco de este manejo al principio, durante la construcción narrativa, se entiende que para reservar visualmente lo mejor para más adelante.
Las actuaciones son inmejorables, Patrick Wilson y Vera Farmiga están impecables, demuestran tener un mejor a fiato al interpretar al matrimonio Warren y una mayor credibilidad como investigadores de lo sobrenatural y diabólico, muy a pesar de que se les idealice como campeones de la luz. Frances O’Connor en tanto, es Peggy, la madre y pilar de los Hodgson, actriz que inevitablemente hace recordar a Lili Taylor en la precuela, teniendo un personaje muy similar, lo que le resta identidad a su performance. Simon McBurney interpreta a Maurice Groose, el parasicólogo británico que lleva el caso en Inglaterra. Mientras que Franka Potente a la escéptica trabajadora social Anita Gregory, que sostiene que el caso se trata de un simple fraude. Bonnie Aarons entre tanto, encarna a Valak en su forma de monja y al fantasma del anciano, respectivamente. Sin embargo, la joven Madison Wolfe es quien regala la mejor interpretación del film, como Janet Hodgson, la chica que es poseída por Valak.
En definitiva, una brillante y efectiva secuela, que en líneas generales tiene un nivel más o menos similar a su precuela. Tengo la total y absoluta certeza de que esta película es la definitiva del cine de terror. No se me ocurre una manera de mejorarla, tiene un guión de hierro, unas interpretaciones sublimes y, por si fuera poco, está todo tan bien orquestado que no puedes parar quieto en la butaca ni un momento. Una atmósfera prodigiosa, todo da miedo, hasta la música pone los pelos de punta. Invita a la reflexión tras el visionado, con temas secundarios como la importancia de la familia, el papel de la iglesia, la misma creencia religiosa y cuestionar si de verdad estamos acompañados por presencias, el estar basada en hechos reales ayuda a ello.