Fina línea de separación entre caballo ganador y perdedor, haz tu apuesta pero ¡ahórrate el lamento y las penas!
Capital humano, cálculo realizado por las aseguradoras sobre el valor de una vida humana fallecida taniendo en cuenta su edad, trabajo, posición económica y perspectivas de futuro, que hubiera experimentado, acorde al porcentaje de tiempo estimado de existencia por probabilidad estadística, según salud se tenía, fórmula estandar para convertir a euros la esperanza frustrada de un alma que se detiene bruscamente, sin posibilidad de continuar su marcha, experiencias físicas y anímicas que nunca se tendrán y que deben presentarse a los familiares, en dinero contante y sonante, para compensar la pérdida emocional de su ser querido, balanza capitalista que pone precio estimable a una vida humana, sencillo, práctico y ¡a continuar!, que el mercado económico no se detiene por la falta de un peón ¡sin más!
Una ley conocida/no escrita -o puede que sí, ¡vete tú a saber!- dice que si alguien llora/otro reirá, que si uno pierde/el de enfrente ganará, que si una mariposa bate sus alas en Australia, hay un tsunami en las islas Howland o terremoto en Nueva Zelanda ya que, desgraciadamente, una moneda tiene dos caras que nunca se tocarán pero, de por vida, se necesitarán; por tanto, ¿quién quiere ser la cruz pudiendo ser la cara?, ¿por qué no ser de los que se llenan el bolsillo?, ¿prefieres derramar lágrimas o lucir amplia sonrisa?, ¿hay lugar para la moral cuando hay que llenar el estómago, pagar la hipoteca y la obstentación preside la mesa?
Paolo Virzi traslada este relato de Connecticut, Estados Unidos, a la Italia milanesa -actualmente, cualquier país valdría- y expone el teátrico rompecabezas social en tres actos..., Dino, posición media que aspira a codearse con la clase alta y vende a quien haga falta..., Carla, mujer sin coraje de abandonar el sillón ejecutivo de su marido y muy ocupada ocultando su frustración, soledad y carencia afectiva de ficticia familia montada..., Serena, joven enamorada que encuentra su acomodo en una escala más baja y que no abandona ni traiciona a quien quiere y protege hasta donde haga falta, presentación fotográfica de una sociedad falsa y cínica donde unos se alimentan de la desgracia de otros y que gira en torno a la resolución de una intriga -atropello, de apertura de filme, de un ciclista en el cual, por desgracia, no se incide con mayor profundidad sobre la persona anónima afectada-, donde los tres personajes acaban chocando y estrellando su crisis, desesperación y amargura individual.
Reconoces todos los personajes, te son cercanos y familiares, cada uno expuesto sin pudor, con elegancia y bien perfilado en su escalafón correspondiente, claridad y pulcritud que permiten una lectura nítida y clara de cada uno y del contexto entero sin posibilidad de error o equivocación en su otorgado asiento, comodidad que permite una visión atractiva y entretenida sin involucración excesiva pues no hay mezcla de roles, contaminación de sentimientos ni perturbadas emociones que te hagan dudar de quién es quién o confundir el terreno por el que, la suerte natural repartida, le lleva a desfilar.
Todos sufren/todos engañan, todos padecen/todos mienten y, el que no sepa o aprenda, su sensibilidad e inocencia le pasarán la cuenta, falsedad e hipocresía para sobrevivir si quieres la mansión, el chofer y las vacaciones en la costa/si prefieres tranquilidad de mente, pureza de corazón y espíritu de conciencia a resignarse y superar dificultades, imposible nadar en las mismas aguas, unas cristalinas/otras casi secas, cine emocional hecho con gusto, clase y distancia que se acoge con simpatía, se consume con facilidad, se deja sentir, querer y apreciar en todo su estilo con buena nota y un sabroso recuerdo de gusto grato, estima sin complicaciones dado su inteligente formato sencillo y sin grandes remordimientos que atribuir al resultado.
No mezcla, sólo define, expone los jugadores e inicia una pequeña partida acorde a la posición de cada cual -cada uno a su lado y que aguante su palo-, si lo haces con astucia, coba y codicia a pasear traje, corbata y sonrisa falsa/si escoges la ética y honestidad, allá tú con tu integridad.
Sobrio retrato de la frialdad de una actualidad con su locura de purgatorio y paraíso deshonrado, gustosa lectura de intensidad media y abrazo decoroso donde, que se vea el plumero, no estropea el elegante y hermoso vestido llevado con la suciedad del polvo levantado.
No todos somos iguales, ni por dentro, ni por fuera ni a escala media, diversidad de identidades que puede que se rocen pero, nunca, nunca, se funden ni anexan.