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    Sacro GRA
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Sacro GRA

    Periferias

    por Gerard Casau

    Durante el visionado de Sacro GRA, es muy posible que la memoria de algunos espectadores se vea asaltada por el recuerdo de otro filme, En construcción. Si la película de José Luis Guerín sirvió para dar visibilidad a una Barcelona que no se correspondía con el celebérrimo eslogan “Barcelona, posa't guapa”, Sacro GRA circula por el Gran Raccordo Anulare, la autovía que envuelve y delimita la periferia de Roma. Ambos filmes, además, ceden la imagen y la palabra a criaturas que conviven con lo marginal, y encuentran una cierta idea de lo poético en sus personalidades fuera de la norma.

    Al mostrar lo que ocurre en los márgenes de una ciudad, ese espacio que pertenece a la urbe y, a la vez, es rechazado por la misma, el documental de Gianfranco Rosi halla un parentesco con otra obra reciente, La plaga de Neús Ballús. El hecho de que tanto esta como En construcción surjan del Máster en Documental de Creación de la Universidad Pompeu Fabra no es irrelevante, ya que nos habla de un determinado acercamiento a la no ficción (algo matizado en el dramatizado filme de Ballús) que, a fuerza de repetición y uso, ha acabado por desgastar nuestra mirada, debilitando el impacto potencial de títulos como Sacro GRA (algo que, desde luego, no debió ocurrirle a Bernardo Bertolucci, presidente del jurado que entregó a Rosi el León de Oro en la Mostra de Venecia de 2013).

    En realidad, las objeciones que pueden hacerse a la película van íntimamente ligadas a sus virtudes. Por un lado, interesa observar el adusto contraplano de la Roma mítica y monumental, que La gran belleza de Paolo Sorrentino volvió a poner en el mapa. También debe apreciarse el paciente trabajo de documentación y observación de Gianfranco Rosi y su equipo, sin el cual los personajes que aparecen frente a la cámara difícilmente tendrían la confianza necesaria para exhibir su intimidad. Sin embargo, uno siente que durante el montaje el director debió emborracharse de amor por el material rodado, negándose a abandonar las historias que había seguido durante meses. Esto priva a la película de un foco claro, prefiriendo definirse como un mosaico exageradamente coral, que picotea en las características más pintorescas de sus criaturas (un par de prostitutas maduras, el propietario de un caserón que se había usado en producciones cinematográficas de mala muerte, un noble piemontés de retorica dulcísima...) pero que, en última instancia, se ve incapaz de comprender y de sumergirse en sus circunstancias. Así, el espectador se siente como uno de los pasajeros de los incontables automóviles que circulan diariamente por el Gran Raccordo Anulare, pasando de largo una y otra vez por las mismas pinceladas de paisaje, sin tiempo para contemplarlas realmente y apresar sus detalles.

    A favor: Su aproximación a otra Roma.

    En contra: Lo superficial de su percepción del mundo.

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