"Maldita naturaleza humana" que, por mucho que la frenes, controles, domestiques siempre acaba ¡llamando a la puerta! y eso cuando avisa, porque otras, simplemente, arrasa ¡golpeando de un portazo!
Lo primero que sorprende y extraña es la presentación, formato de pantalla reducida de quien espía a sus nuevos vecinos a través de la ventana, después sobreviene la indagación sobre sus vidas cuya impresión te deja aún más cohibida, un devorador ni contigo ni sin ti/contigo o con nadie, de extremos peligrosos y locura desbordante, que inunda cada minuto de su compartida existencia, rabia e impotencia que esconden un amor profundo, desespero y angustia de enorme carencia afectiva, un desorden emocional, caos sentimental y descontrol físico que estallan en imprevistas burbujas de furor, enojo y odio ante tanta destrucción, fuera-vigor-resistencia-desmadre que, inesperadamente, viran hacia abrazo-caricia-beso para, volver a darse la vuelta, insinuando un sin vivir viviendo que se agita cual coctelera a pleno empleo en interminable fiebre del sábado noche, todo ello envuelto en una fascinante potencia visual y sonora, de coloridas imágenes que cautivan la mirada del gustoso cotilla, y sonido impactante y estridente de palabras atronadoras e hirientes que horrorizan y atraen al tiempo, amén de música seductora que amansa después del estallido de la gran tormenta, ni un segundo de calma, respiro o pausa habita en esta descubierta relación madre-hijo que no permitirá que dejes de fisgonear, ni un segundo, por la susodicho ventana.
Conforme avanza el tiempo, continúas más interesada por ellos, entras en mayor contacto y amplias el conocimiento por la inexplicable pareja, viuda ella, sin educación ni estudios, usa todo tipo de artimañas para conseguir trabajo, dinero o lo que se tercie, él con ADHD, déficit de atención recién salido de una institución del estado y jugando, continuamente, con su entrada en la siguiente del escalafón previsto por el gobierno para chavales problemáticos más una inesperada maestra, de baja por estrés traumático, que se incorpora a la fiesta del despropósito, la sinrazón y la supervivencia con explosión de fuegos artificiales y tracas, al unísono, en el momento que menos te lo esperas, agobio incesante que hipnotiza y martillea sin respeto ni piedad..., ¡ya estás atrapada!, has hecho tuya la ventana.
Y durante un breve instante de tiempo, la ventana se abrió y todo fue perfecto, una nueva ilusión, una nueva creencia, una nueva vida a la vista pero..., ¡es tan minúscula, diminuta, escasa esa gota de confianza!, ¡tan ínfima esa promesa!, ¡tan huidiza esa felicidad al alcance de la mano!
Interpretaciones espléndidas, emotivas, hechizantes para un guión inquisidor y espeluznante sobre la naturaleza humana y su esperanza, la posibilidad de cambio y la practicidad real de dicho esfuerzo, veracidad o autoengaño, simulación o factible existencia, un retrato atroz e inmenso de hondo, absorbente y hermoso calado que supura miedo, duda y pavor incluso en sus momentos más afortunados y dichosos, desequilibrio siempre al acecho del acoso y la ruptura que Xavier Dolan maneja, arbitra y conduce con audaz estilo, arte maravilloso, sensibilidad exquisita y sabiduría a cada paso marcado, ardiente triángulo de camino imperfecto que erra más que acierta y que sigue cuestionando esa incesante pregunta por la eterna, necesaria y urgente esperanza que te mantiene tensa y expectante de ese siniestro hilo que revele si aprendemos algo o fallamos, estrepitosamente, una y otra vez; ¿es válida la opción de ambas a la vez?
"Today is going to be the day that they're are going (but they'll never) throw back you to, buy now you should've somehow realized what you (you're not) gotta do, I don't believe that anybody feels the way that I do about you now..., because maybe you're gonna be the one that saves me, and after all, you're my wonder wall...", Oasis, perfecta elección Eduardo Noya.