¡Eureka!, un perspicaz cineasta otorga a Thor lo que amerita
Thor, El Dios del Trueno en la mitología nórdica y germánica, es, desde luego, uno de los niños mimados de la Casa de las Ideas. Además de participar en cada una de las entregas centradas en los “Avengers”, ha conseguido, únicamente junto a Iron Man y Captain America, erigir una trilogía cinematográfica tan entretenida como desbordante de poder. Hace seis años, seis guionistas se sentaban uno al lado del otro dentro de una modesta sala para deliberar el potencial de un personaje, en ese entonces, fílmicamente virgen. Por supuesto, llegaron a la conclusión de que este presumido héroe de acción sacaría triunfante, no solamente un futuro cinemático, sino también un afianzamiento como uno de los superhéroes más populares y apreciados por los fervientes fanáticos. Fue Kenneth Branagh quien dirigió la estadía de Chris Hemsworth en el planeta tierra por medio de un hibrido entre un argumento “fish-out-of-the-water”, bastante acción mitológica, un bromance con Tom Hiddleston y un tipo de disfuncional comedia romántica junto a Jane Foster. Aun cuando la acogida por parte de la crítica no fue unánimemente laudatoria, el Mjölnir consiguió magnetizar suficientes dólares en taquilla para animar a Marvel Studios a posicionarlo en primera plana de la primera “Avengers” y brindarle el chance de sacar adelante una continuación de su propia historia, esperanzados en darle un giro radical al siguiente paso. No cabe duda alguna que la franquicia cinematográfica de “Thor” es tan heterodoxa como extrañamente magnética y versátil. Es 2013, han pasado dos años desde su última visita en posición estelar, pero ”The Dark World” de Alan Taylor aterriza en los teatros con el fin de resarcir al personaje nórdico, sin embargo, siendo la temática narrativa tan dura y hueca como los abdominales de Hemsworth, tonificados únicamente para satisfacción visual, no para contemplación argumental, la propuesta simplemente volvió a caer. Duplicando la profecía, la trama concebida a dieciocho manos, las cuales se apoyaron fuertemente en los comics de Stan Lee, Larry Lieber y Jack Kirby, recibió opiniones medio tibias pero resultados en taquilla calientemente redituables, concluyendo en otro intento más en que Marvel no lograba del todo lo que se proponía, no obstante, bien dicen por ahí que la tercera es la vencida, y efectivamente, el dicho aplica aquí. Posterior al segundo traspié cinemático, inmediatamente Marvel Studios se puso manos a la obra para, de una vez por todas, vivificar sus más imaginativas fantasías y locuras con el Dios del Trueno como protagonista, para esto, acertadamente decidieron extraer algunos ingredientes de la formula. Primero, adiós trama amorosa o, lo que es igual, adiós Jane Foster; segundo, significativa reducción en el apartado de guionistas; tercero, multiplicación consentida del factor cómico de la historia; cuarto, desbordamiento de color y creatividad en la puesta en escena; a estos componentes se le debe anexar el regreso de la mayoría del cast original con un valor agregado que son las nuevas y poderosas inserciones en cuanto a personajes, además de un soundtrack melodioso y nostálgico, asimismo, el avistamiento de flamantes paraísos en donde la historia toma lugar y, fundamentalmente, un giro de tuerca que posiciona al Hijo de Odín al filo de la locura, destruyendo la única arma que posee, y no, no su Mjölnir, sino su disfrutable fanfarronería. Ergo, todo lo anterior se resume en dos magníficas palabras— y un signo de puntuación fascinante —: “Thor: Ragnarok”, ultima entrada en el universo Marvel dirigida por Taika Waititi, la cual sirve como oficial preludio para la mega-producción que nos espera el año venidero luego de “Black Panther” (2018) de Ryan Coogler; del mismo modo, el estudio alcanza, no del todo, a saborear las mieles del éxito cinematográfico gracias a un producto que posee una envoltura más grandiosa que su contenido.
Tal como Luke Skywalker, Odín sigue fuera del radar Asgardiano. Mientras Thor y su falaz hermano adoptivo Loki se trasladan a la tierra para descubrir el paradero de su padre— con mano amiga incluida —, Hela, su sañuda hermana, una poderosa diosa, resurge de las cenizas del pasado para mandar, a la fuerza, al par de hermanos a Sakaar, planeta gobernado bajo el ritmo jacarandoso de The Grandmaster, con el fin de conseguir el trono de su antigua nación, Ragnarok. Frente a esto, Hemsworth deberá afrontar una sucesión escalonada de infortunios privado de su legendario martillo, haciendo uso exclusivamente de sus habilidades mundanas y recogiendo por el camino a un irreverente e irregular grupo de aliados que anhelan, desde lo más profundo de sus entrañas, dar de baja a la vil Diosa de la Muerte antes de que sea demasiado tarde.
Las expectativas ante este estreno eran gigantes debido a la abrupta desaparición del dúo de superhéroes ulterior a los hechos acontecidos en el marco de “Age of Ultron”. Con el tiempo, el estudio iba desvelando, con detenimiento, mínimos detalles de su posible paradero, garantizando que reaparecerían de la mejor manera, compartiendo pantalla. Cerniéndose abiertamente a las páginas de los comics, la nueva trama extraída estratégicamente destapa una perspectiva realista y fabulosamente humorística de Thor nunca antes vista, usando como vehículo una serie de complicadas situaciones que lo sitúan al borde del abismo, suscitando hilarantes secuencias y fascinantes giros de tuerca. Aunque sea uno de los grandes consentidos, los altos mandos no habían encontrado el camino adecuado para concederle un tratamiento a la altura, sin embargo, aligerando el grupo escritor y fortificando la vis comica de un director más que perito en la materia, se ha construido al Thor más humano, ocurrente y audaz del MCU, esquivando frialdades idílicas, megalómanas actitudes o fatuas decisiones, por fin, le dan el puesto que se merece. Respecto a Hulk/Banner, tomado aquí como un personaje de soporte, es encomiable el avance que ha presentado desde sus primeras apariciones allá por 2003, ya no será aquel que cae dentro de la ira, brama y destruye todo su alrededor, en esta ocasión, al igual que con Thor, los guionistas le han regalado un verdadero estrato dramático, justificaciones a sus acciones y oportunidades para enmendar sus equivocaciones, él está perdido y junto a Thor conciben la primera gran buddy movie a manos de Marvel, todo un logro.
Nadie puede arrebozar la gran falencia de Marvel que se ha convertido en cuestión de opinión con cada estreno que arriba a las salas de cine: Villanos. Tomando como punto de partida “Iron Man” (Jon Favreau), estrenada el 2 de Mayo de 2008, los roles antagónicos de la compañía se han caracterizado por obtener un bosquejo de menor calidad al de sus héroes, ninguna cinta del MCU han contado con un superhéroe endeblemente justificado, desprovisto de motivaciones o de rimbombantes actuaciones; no sucede los mismo con los antagonistas. No obstante, así como se encendió la chispa de la esperanza cuando se comunicó públicamente el fichaje de Michael Keaton como Adrian Toomes/Vulture en “Homecoming”, sucedió con la firma de la oscarizada Cate Blanchett para Hela. En un principio, planes muy diferentes se tenían para la hija (en el filme) – avenida en enemiga – de Odín, sin embargo, fue en la tercera entrega en donde finalmente la Diosa de la Muerte toma un papel importante al revelarse contra su familia para retomar las riendas del reino que alguna vez iba ser suyo. Bajo Hela, es posible descubrir mensajes de empoderamiento femenino planteados con bastante abundancia en los últimos años, verbigracia, en “The Mummy”, de este mismo año, los orígenes de la antigua diosa egipcia Ahmanet apuntan a la perdida jerárquica que sufre una aguerrida guerrera ante el nacimiento de un varón. Comentarios sociales sobre la desigualdad de género y la hegemonía masculina de relieve universal hoy en día se presentan por medio de una historia de venganza cuyo principal móvil se adjudica al retorno de Hela a Ragnarok. Hasta ahí, el personaje de Blanchett tiene la mano ganadora. La actuación de la metódica actriz es fenomenal como la primera gran villana del universo cinematográfico, el compuesto de gestos, posturas, procederes, contactos visuales y rangos tonales en la voz le brinda a su personaje una sensación de verdadera inseguridad en cuanto aparece en pantalla, amenazando al espectador con cada dramática entrada con su poder para evaporar cuantos legendarios martillos o ejércitos Asgardiano se crucen por su camino. Por desgracia, las panegíricas palabras llegan hasta ahí. No se evidencia un desarrollo agudamente coherente y original, simplemente, se le traza una función entorno a apoderarse de Asgard y amenazar con la muerte a quien se oponga a sus objetivos, además, la resolución de su conflicto familiar es meramente situacional, no tiene pies ni cabeza; un desenlace que se anticipa antes de su llegada provoca una incómoda decepción teniendo a una actriz de semejante calibre, para entonces concluir que el hechizo sobre Marvel entorno a su villanos no da con los magos correctos para romperlo de una vez por todas.
Narrativamente, “Ragnarok” posee coyunturas heroicamente vanguardistas, tales como acoplar— aunque bajo un filtro circunspecto —al primer personaje bisexual dentro de esta mega-franquicia, poner en un mismo ruedo bélico a dos personajes del mismo bando, jugar con más de un antagonista en una misma trama, atreverse a cortarle la destellante melena rubia al protagonista, cambiar abruptamente de escenarios mediante circunstancias graciosamente corrientes que se vierten en moldes utópicos y fantásticos como la convivencia de nuestro héroe con un roomie de pocos amigos en un apartamento galáctico por unos cuantos días, valorar de verdad y volcar de verdad las posibilidades que albergan las páginas y cientos otras más que capacitan al largometraje para diferenciarse radicalmente de la multitud de géneros cinematográficos que ha conseguido ejecutar Marvel Studios: comedias (“Guardians of the Galaxy”, “Deadpool”, “SpiderMan: Homecoming” o “Iron Man”); thrillers de acción (“Civil War”, “Logan” o “Captain America: The Winter Soldier”), fantásticas (“Thor”, “Thor: The Dark World” o “Doctor Strange”) o ligeras (“Hulk” o “Ant-Man”); el celuloide de Taika Cohen encaja en cada una de estas calificaciones con notas tan irregulares como asombrosas.
Tal vez la mayoría no concuerde con mi percepción, pero, en términos personales, la imaginería visual y el trabajo artístico expuestos en el largometraje no me impresionó como era de esperarse. Marvel ha asumido la ardua tarea de distinguir, con relieve mayúsculo, cada una de sus ideas fílmicas en cualquiera de los campos de trabajo, bien sean fricciones que radican en el léxico de sus personajes, el carácter distintivo de los mismos, el género cinematográfico o los escenarios artísticos que sirven como hogar para los relatos. “Ragnarok” se publicitaba como un aluvión de colores y acontecimientos desternillantes— tanto en su extrañeza narrativa como en su esplendor en la ejecución fílmica —nunca antes vistos; los posters han sido de los mejores dentro de la competencia y los avances audiovisuales albergaban una expectación enorme, de hecho, esta se cumplió, sin embargo, en mí, trabajó como un alérgeno deseado. En resumidas cuentas: “Thor: Ragnarok” es como devorar tus golosinas predilectas sin límite alguno, pasada una hora, estas terriblemente ahitado. Tanta saturación, parafernalia y espectacularidad intentan llenar una carencia de verdaderos nuevos paisajes, imaginaciones que no están presentes, hostigando con color y excentricidades artísticas hasta decir no más. No necesariamente significa un punto en contra, sin embargo, quizás, si se puede traducir en uno de doble filo.
Analizando la condición sonora, el largometraje parece haber sido producido por una mezcla de talentos entre Edgar Wright, James Gunn y Mark Mothersbaugh. Bajo un influjo de clásicos de antaño, el filme de Waititi aseveraba bastante en cuanto a la banda sonora original se refería, incluyendo, como abrebocas, ni más ni menos que a Led Zeppelin con su revolucionaria “Immigrant Song” a modo de acompañamiento fundamental en el primer tráiler oficial, una canción que además significó un punto clave en el románico combate de clausura. Aderezada por composiciones creadas explícitamente para la película, el largo alterna a muy buen ritmo clásicos y creaciones musicales adecuadas, situándolo en el tercer puesto dentro de la top list de los mejores scores en el MCU, merito conseguido aún cuando no son composiciones enteramente originales.
De la misma mente detrás de “Hunt for the Wilderpeople” y “What We Do in the Shadows”, llega “Thor: Ragnarok”; sin duda alguna, el principal causante del triunfante regreso de Thor hay que atribuírselo a este gracioso cineasta—un adjetivo justamente ganado. El musculoso Dios del Trueno ha pasado por las manos de Kenneth Branagh (“Murder on the Orient Express”) y Alan Taylor (“Terminator Genesys”), no obstante, en ninguno de los dos encontró la oportunidad de sacar a relucir su potencial en toda su magnitud, desperfecto desvanecido solo hasta que la gozable y creativa vis comica del neozelandés surgió como genuino elixir de la vida para el personaje. Sin temor a equivocarme, en la médula de cada fascinante característica ha de estar este competente director, su diversidad de ideas es absolutamente cómica y sus direcciones encajan con primor en el perfil que desea de sus proyectos. Mediante una perspectiva aguzada, irreverente y arrojada, este hombre ha levantado un producto de propiedades interesantes, con un corazón y una fibra dramática que supera en tamaño y calidad el despliegue creativo visual.
En suma, “Thor: Ragnarok” puede sintetizarse acertadamente en un escueto y apasionante nombre: Taika Waititi—claro está, no restándole mérito al fabuloso trabajo realizado por los diferentes áreas de la película. Hilarante, visualmente opresiva y entretenida, Marvel Studios permanece dejando en alto su prestigio mientras se dispone para una oleada de espasmódicos y revolucionarios estrenos, dentro de los que sobresalen su primerísima cinta protagonizada por un cast enteramente negro (“Black Panther”), su primera película con una fémina en el rol estelar (“Captain Marvel”) y el mega-evento que significará “Infinity War” cuando arribe a nuestros corazones en Mayo del 2018.