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    Monster Trucks
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Monster Trucks

    E.T. bebe gasolina

    por Paula Arantzazu Ruiz

    La temporada de estrenos navideños en ocasiones se nutre de películas con pocos pies y menos cabeza, pero estas vacaciones de invierno 2016/17 nos ha dejado al menos tres ejemplos de relatos disparatados que dejarían noqueado a cualquiera. El último de ellos en llegar es esta cinta infantil que parece haber sufrido un vendaval de problemas ya desde su origen, cuando la propuesta llegó a Paramount en 2013, y esas vicisitudes se notan en el resultado.

    La premisa no nos es especialmente ajena, porque Monster Trucks es una variación de la historia de E.T. (chico encuentra monstruo y se hacen amigos mientras huyen de los adultos que tratan de atraparlos), pero la particularidad de la cinta es que el bicho en cuestión se alimenta de gasolina y, por si no fuera suficiente, acaba convertido en el motor de un 4x4 chatarrero del protagonista. Monster Trucks, como se ve, suma demasiadas variantes enloquecidas como para no resultar un mínimo de entrañable. Y, en cierto modo, entretenida.

    Esos elementos del largometraje no son el verdadero hándicap de la cinta. Más bien el problema radica en sus protagonistas humanos, unos adolescentes cortados por un patrón de hace veinte años, cuyas aspiraciones son demasiado simplonas incluso para los chavales de hoy en día. Del reparto de carne y hueso salva la función un Rob Lowe autoparodiándose como villano y poco más. Tampoco la espectacularidad de la propuesta acaba de convencer, porque a pesar de que algunas carreras de vehículos están bien diseñadas, el conjunto parece algo parcheado. 

    A favor: Su mensaje ecologista.

    En contra: Sus protagonistas, unos jóvenes haciendo de adolescentes que no convencen. 

     

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