Nada más empezar, no he podido evitar sonreír al aparecer en escena el bueno de Toni Servillo, el grato recuerdo de su anterior y reciente película “La gran belleza”, permanece intacto en mi cabeza, pero las comparaciones son odiosas y “La gran belleza” poco tiene que ver con “Viva la libertà”.
Toni Servillo vuelve a dar muestras de su elegante genialidad interpretativa, está sembrado en los dos papeles que interpreta, tanto en lo cómico como en lo dramático, sigue teniendo esa luz cautivadora en su rostro, sobre todo cada vez que sonríe, aunque en esta cinta por momentos se muestra excesivamente teatral.
Los diálogos son una parte importante en este film, algunos cargados de ironía, otros con alguna lúcida metáfora pero todos ellos bien trabajados y algunas frases para el recuerdo que se me han grabado en la memoria (“Los políticos son mediocres porque los electores son mediocres y si roban es porque sus electores roban o les gustaría robar”, “ El temor es la música de la democracia”, “Pascal apostaba sobre la existencia de Dios basándose en las probabilidades, los políticos lo hacemos basándonos en la historia, tú has preferido apostar por un loco”).
Se aprecia el talento de Roberto Andò, un director polifacético con una agudeza destacable para la escritura, mucho ha llovido desde que en 1995 presentara su primer largometraje (Agenda) en el Festival de Cine de Venecia, aunque su verdadero debut como director fue en el año 1986 (El bosque-raíz-laberinto) y no fue en el cine, sino en el teatro, con una especie de fábula filosófica.
“Viva la libertá” no es una obra maestra, pero es una buena película, divertida, bien elaborada en el plano artístico, con un buen guión y un planteamiento muy prometedor, en el nudo hay una especie de atasco que hace bajar el listón del planteamiento inicial, el desenlace final viene acompañado de una que Roberto Andó nos propone es un retrato de la inestable situación político-social que tiene el país italiano.