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    Obsesión
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Obsesión

    En el limbo

    por Carlos Losilla

    He aquí una película que podría verse desde dos perspectivas muy distintas. En la primera de ellas se trataría de un thriller erótico, en la bochornosa tradición de Atracción fatal, acerca de una profesora de literatura (¡interpretada por Jennifer López!) acosada por un joven vecino que a su vez resulta ser un conocido psicópata. En la segunda todo sería un poco más complicado, pero lo cierto es que no hay manera de encontrar ni siquiera un poco de verosimilitud en una película como esta, ni en su ambientación pretendidamente realista y contemporánea, ni  en las relaciones entre los personajes, ni en los giros de la trama, ni en sus justificaciones psicoanalíticas, con lo cual no me puedo creer (literalmente) lo que estoy viendo, y tiendo a pensar que nadie ha querido hacerla verosímil, porque nadie puede ser tan zote como para dejar tantos cabos sueltos, cometer tantos errores, acudir a tales aberraciones narrativas para engrasar el mecanismo, dirigir tan mal a los actores, dejar que Jennifer López vaya a clase con un jersey y una falda ajustados y zapatos de tacón, dejar que se pasee por su casa sugiriendo sus formas al espectador (y al psicópata), permitir que el psicópata sea además experto en informática y haga vídeos, dejar que el psicópata y Jennifer pasen como expertos en la Ilíada y el mundo clásico, finalizarlo todo con un gran guiñol (literalmente) de sangre y fuego, etc., etc., etc. No, no es posible, nadie puede hacerlo tan mal… a menos que se lo proponga. Y, de cualquier manera, si se está tomando en serio a sí misma, Obsesión es una de las peores películas de la historia del cine. Pero si realmente quiere ser “una de las peores películas de la historia del cine”, entonces tenemos un problema. ¿Cómo juzgar una película que quiere ser mala? ¿Cómo denostarla si en el fondo está cumpliendo sus objetivos?

    Cuando leo el nombre del director mis dudas empiezan a ampliarse. Rob Cohen es un especialista en este tipo de embolados, desde Fast and Furious hasta su contribución a la saga de La momia. Su cine no es precisamente verosímil. Y en Obsesión parece llegar hasta el límite. Todo son clichés, comportamientos que no pertenecen a los personajes sino a los arquetipos de los que proceden, situaciones que no aparecen espontáneamente sino que se calcan de otras películas similares… Esta no es, pues, una película tal como entendemos las películas, sino más bien una película consciente de ser una película, y además consciente de ser una película perteneciente a una tradición no muy ilustre, de esas que determinada cinefilia utiliza para pasar un buen rato en complicidad con ella mientras se zampa unas cuantas pizzas. Vamos a reírnos de esa película. Vamos a organizar una fiesta en casa para verla y pasar un buen rato. ¿Es Osbesión ese tipo de producto?

    Prefiero pasar por alto el supuesto contenido erótico de la película, que se reduce a una escena vista como bajo los efectos de un alucinógeno, que no excitaría ni al más redomado coleccionista de este tipo de propuestas. Tampoco quiero decir nada de la proclamada sensualidad de Jennifer López (inexistente a estas alturas, y muy poco potenciada por la película), ni del turbio atractivo que dicen que tiene Ryan Guzman (el psicópata en cuestión). Prefiero hablar de cómo sus cuerpos se convierten en marionetas de una función orquestada desde el paroxismo y el delirio, o de cómo todo parece estar narrado desde un lugar inexistente, sin ningún punto de vista, sin otra lógica que no sea la de una pesadilla alcohólica, a golpes de un guión-catálogo sacudido a su vez por una cámara voraz y un montaje atropellado… Puede que eso, como decía, sea lo que se propone Obsesión: jugar con los tópicos, alejarse de todo realismo, hacer una película sobre ese tipo de cine y por lo tanto ponerlo en la picota, ridiculizarlo, pero también ofrecer un universo liofilizado dede el que se narra la Historia de Siempre, convertida aquí en un fetiche. O simplemente hacer arte pop con esos materiales de derribo, con la figura decadente de Jennifer López, con ese argumento mil veces visto, con ese suspense que no existe si no en referencia a sí mismo. ¿Sublimación de lo cutre? Podría ser, pero este crítico solo ha tenido la sensación de estar ante una propuesta vieja y manida, sea cual fuere su opción, la “seria” o la “paródica”. Porque incluso la manera que tiene Obsesión de reírse de sí misma es antigua y retrógrada.

    A favor: A veces parece que va a dar un giro hacia la autoparodia, aunque nunca lo haga.

    En contra: Resulta demasiado correcta como para querer ser tan excesiva.

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