Extravagante, extraña, compleja y rocambolesca, creativa imaginación que, al margen de comparanzas nocivas con anteriores trabajos de François Ozon, simplemente se recuerda.
"Recuerdo lo que nos decían cuando éramos niños, los hombres nacen en un repollo, las niñas en una flor; yo nací en una coliflor"; en la versión española, tenemos la popular canción de Los Bravos, que dice "las chicas con los chicos tienen que estar, los chicos con las chicas han de vivir y, estando todos juntos deben cantar..." , el problema es cuando uno no tiene claro dónde nació, una no sabe con quién quiere estar, la vida se complica y las barreras entre lo claro y oscuro, lo aceptado e ignorado, lo obvio y opaco se difuminan, confunden y uno ya no sabe si está a la derecha, si conduce por donde debe, si hay una única postura correcta o, todo vale en el enrevesado y difícil mundo de los sentimientos y el amor.
Porque, si algo caracteriza a estos personajes es el atrevimiento, la osadía de desprenderse de sus miedos y vivir su vida al margen de opiniones, sentencias y dictámenes de vecinos jueces, amigos árbitros y familiares censores que determinan lo que está bien, lo permisivo y que ni entienden, ni preguntan, ni quieren o molestan en saber pues ello llevaría a perder esa seguridad emocional que les dicta que la mujer se maquilla/el hombre se afeita, una femenina con medias/otro masculino sin tacones, nada de mezclar, barruntar o jugar a quién es quién con disfraces que ofenden, nublan y estropean su buen juicio.
Un guión exquisito, delicado y sutil que avanza con estilo y bravura hacia el desastre de activar un volcán, cuya lava, es imposible de controlar pues una vez en marcha, ya no hay vuelta atrás, sus devastadoras cenizas entierran toda supuesta normalidad existente hasta el momento para trasladarse al atractivo del caos, el esfuerzo de la naturalidad, el interrogante de lo desconocido, la ansiedad de la ambivalencia, el deseo de exaltación, el fabuloso descubrimiento de un enigma, espíritu oculto que anula su silencio, destapa su rostro y tiene la hombría de elevar su voz para gritar ¡estoy vivo! y esto es lo que quiero; la fortuna sublime de encontrar con quien compartir tu esencia, tu día a día y tu intimidad más preciada y valiosa.
Maravilloso dúo interpretativo -excelente Romain Duris en su transformación de David a Virginia- de complicidad espléndida y sabrosa armonía degustativa que borra los límites de lo aceptado, de la cordura autoimpuesta, que desplaza las barreras establecidas, destapa el miedo a lo nuevo, mueve los cimientos de su acostumbrada estructura, invita a la reflexión, donde apetece su digestión, el análisis de todo un cuerpo que te involucra con devoción, suavidad y pasión en su imprevisto pero letal terremoto que seguirás analizando tras su andadura pues invita al comentario y su discusión, despierta polémica y atrae todo tipo de opiniones, reproches, aplausos y dudas que se puedan despertar en tu interior.
Desorden y desconcierto abren el debate de este "Tootsie" voluntario e incontrolado, deseoso de libertad que desea vivir, como mujer, lo que no se le permitió como hombre, que encuentra a su particular Victoria quien entiende, acepta y necesita de este Victor que la complementa, concreta y conforma como persona feliz, un potente "contaminame, mézclate conmigo, debajo mi rama tendrás abrigo..." que evoca fuerza, coraje, ilusión, ya no de salir del armario, "Mi querida señorita" -con 43 años de diferencia-, sino de romper cadenas, avanzar y olvidar los propios martirios y torturas que cada cual se impone a si mismo, superar la cárcel, respirar y salir a pasear, de mujer o hombre, travesti o lesbiana, de la mano o sin ella pero siempre sonriendo, orgullosas y dichosas.
Argumento loable en su eficacia, impacto, estupor, confusión y avance lento pero firme y seguro, iluminada fotografía que refleja el seductor colorido de la curiosidad, de la respuesta aún no expuesta, de una lograda dirección que deja hablar a la intimidad en su secreto paraíso construido al margen de normas y leyes válidos para otros/nunca más para ellos; ambigüedad y comicidad revueltos en escenas plácidas, controladas y serenas en su superficie, de logrado maquillaje que explosiona sin apenas estruendo pero con rotundidad.
Pierde fuelle, por momentos leves, para volver al gusto de la mezcla y el placer de la combinación de quien acepta la identidad exclusiva de una nueva amiga por la que sentirás inquietud, duda, desasosiego, indecisión y esa vacilación loca de no entender por dónde camina, a dónde conduce pero a la que acompañas con deleite, curiosidad y desvelo, certificado de que la película cumple su misión: cautiva al interés, seduce a la sugestión, fascina al entendimiento y motiva el deseo de análisis y desmembramiento de las partes e ingredientes de este barrullo que, en el fondo, es más sencillo de lo largamente pensado..., fortuna de encontrar lo que se necesita, coraje de aceptarlo, valentía de hacerlo realidad y vivirlo, un honesto ¡hakuna matata!, vive y se feliz.