En los últimos años hemos recibido infinidad de películas con el atractivo: “de los productores de Insidious, Expediente Warren, Sinister, Paranormal Activity..” El 75% de estas películas son taquillazos y peliculones. Si, es así. Y es que Oren Peli, James Wan, Jason Blum y Leigh Whannell son siempre sinónimos de éxito. Los cuatro unen fuerzas (al mando del último) en el cierre de una de las trilogías más exitosas del cine de terror de la última década: “Insidious 3“.
Ambientada unos años antes de lo acontecido a la familia Lambert, la médium Elise aceptar ayudar a una adolescente que se ha convertido en el objetivo de una peligrosa y temible entidad demoníaca.
La chica Disney Stefanie Scott se vuelve protagonista absoluta de la fiesta, aunque mano a mano con una Lin Shaye que cobra más protagonismo que en las anteriores entregas en esta precuela. Un cierre para la trilogía que se aleja de la trama de las dos primeras películas pero llena de guiños a una historia que nos aterroriza desde hace tiempo. No era fácil coger las riendas de una tercera entrega, con una historia diferente pero que tuviera alguna relación y encima, no defraudar y aumentar el nivel, si cabe. Pues lo ha hecho. Leigh Whannell lo ha hecho. El protagonista de la primera entrega de “Saw” nos trae un festival de sustos, con mayor o menor efectividad (la mayoría con muchísima efectividad). Sustos acompañados de escenas que vuelven a ponernos los pelos de punta, que vuelven a hacer que nos tapemos los ojos, que nos pongamos en la piel de la protagonista y lo suframos como ella. Escenas que, con un escenario muy similar a la también familiar “Annabelle“, nos acojona de nuevo de forma monumental. Con un final de trama muy de episodio de “Sobrenatural“, el verdadero pánico no se hace esperar y desde el primer momento, no hay diálogos de relleno y aburrimiento, sino la diversión que nos gusta en éstas películas.
Si, Whannell lo ha vuelto a conseguir y hace que una tercera entrega (que a estas alturas de las continuaciones de saga no se espera mucho) eleve el nivel de sus predecesoras. Que eso, tratándose de un género que ya nos lo ha enseñado todo (o casi todo) es muy de agradecer.
Lo mejor: Stefanie Scott y Lin Shaye, un dúo fabuloso.
Lo peor: aunque lo esperemos, por exigencias de la trama, no hay ni rastro del señor y la señora Lambert.