Septiembre de 1937, en plena Guerra civil, 19 mujeres del pueblo de Guillena, en Sevilla, tuvieron que abandonar sus casas a la fuerza para ser trasladadas por las autoridades, a las celdas del Ayuntamiento. El motivo, ser simpatizantes o militantes de los partidos izquierdistas y no revelar donde se encontraban sus maridos. Detenidas en el depósito municipal de Guillena durante semanas siendo torturadas y humilladas públicamente, finalmente, fueron fusiladas y enterradas en una fosa común en Gerena, la localidad colindante. A excepción de dos de ellas que fueron indultadas por tener familiares o conocidos de gran influencia.
Después de 75 años, los familiares de las fallecidas comienzan una exhumación en busca de sus restos para conseguir que al fin, esas 17 mujeres sufridoras, puedan descansar en paz junto a los suyos.