Colores de guerra (familiar)
por Suso AiraUna de las cosas más sencillas del mundo sería la de entrar a degüello con este melodrama a la antigua usanza que mezcla, sin ningún tipo de mesura y de pudor, la comedia sentimental (incluso un punto ñoña), el dramón familiar y el género de juicios. Fácil porque hoy día se desprecia un muy mucho este tipo de cine si no nos viene con una vitola de indieo de países como Francia. No necesita coartadas culturales huecas o una banda sonora moderna Lo mejor para ella, se basta y se sobra con algo que, sí, es como bastante raro en estos tiempos modernos: su honestidad. Siempre juega sin ases en la manga (no hay un twist en la sentencia final, por si hay algún lector interesado en ello), con las cartas boca arriba y encima de la mesa, este film del más que interesante (y no demasiado prolífico, desafortunadamente) director Mike Binder.
Plantea su conflicto sin medias tintas, pero sí sabiendo presentar su abanico de razones (todos los personajes tienen sus razones y la película, el guión y el realizador les dan su momento para compartirlas con nosotros) y dejando que el conflicto (los conflictos) fluyan de manera harto natural y, lo que es más grato de cara al público, de manera tan cinematográficamente clásica que es difícil no sentir aprecio por ella e incluso perdonarle un leve exceso de metraje. Desde esa primera parte del film que no deja de ser El pequeño lord o Ha llegado un ángel con el abuelo (un Kevin Costner estupendo, pero eso ya es una obviedad, por mucho que discrepen sus haters) conociendo, aceptando y queriendo a una nieta que le recuerda una dolorosa muerte, a todo un tramo de juicios que se mira en el Kramer contra Kramer de Robert Benton, Lo mejor para ella parece estar en un cine bienintencionado de principios de los 60. Eso resulta totalmente evidente en el que es el segmento central de la película: el germen del conflicto entre consuegros, entre los personajes de Costner y de Otavia Spencer.
Binder pasa, en términos de narración, tempo y realización, de esa comedia ligera de sentimientos a lo Marisol del inicio a una ácida (y no menos divertida en su caricatura de estereotipos sociales y raciales en unos Estados Unidos todavía cargados de prejuicios... especialmente por parte de los afroamericanos) sátira de costumbres digna de otro Kramer: Stanley Kramer. Normal que nos parezca estar asistiendo en esas escenas a una revisión muy cabronzuela del Adivina quién viene esta noche de Kramer: esa es la intención del film, el cual parece estar diciéndonos que hoy es un acto suicida apostar por un discurso liberal tan inocente en el fondo, por un cine tan inocente en el fondo.
Cierto que la trama en los tribunales se alarga más de la cuenta y está poblada de algún que otro subrayado evitable (pero que algún actor agradece en su afán de sobreactuar), pero aun así no deja de carecer de interés. Interés que viene (Costner y Spencer al margen) de esa querencia de Mike Binder por preferir lo íntimo a lo colectivo. Así, Lo mejor para ella no quiere jamás sentar cátedra social o soltar un mítin, evita ser panfleto o manifiesto y disecciona, con dura elegancia, el universo de las relaciones familiares. Al igual que la anterior colaboración entre Binder y Costner (la notable Más allá del odio), su cine es una suerte de retrato cruel (y esperanzador con retranca) de padres, hijos, maridos, mujeres, abuelos, abuelas, nietos...y abogados.
A favor: Kevin Costner está sencillamente espléndido.
En contra: cierta ñoñería y demasiado metraje.