El gato de Scherondinger es un experimento imaginario concebido en 1935 por el físico austríaco Erwin Schrondinger que plantea un sistema formado por una caja cerrada y opaca con un gato en su interior, una botella de gas venenoso y un dispositivo el cual contiene una particula radioactiva con un 50% de probabilidad de desintegrarse en un tiempo dado de manera que si la partícula se desintegra, el veneno se libera y el gato muere.
Al terminar el tiempo hay una posibilidad del 50% de que la partícula se haya activado y el gato esté muerto y un 50% de que no se haya activado y el gato esté vivo.
Según los principios de la mecánica cuántica la descripción correcta del sistema en ese momento es la superposición de los estados según su función de onda, es decir, vivo y muerto a la vez.
Sin embargo, una vez abierta la caja habrá que elegir y uno de los dos estados se sobrepondrá, o estará vivo o estará muerto.
¿Has jugado alguna vez a quién es quién?, ¿ese juego donde tienes que adivinar quién se esconde detrás de cada personaje según las pistas que te ofrecen? Pues, éste es un relato ideal para practicar dicha técnica con 8 miembros, una casa y diversas realidades que se combinan, mezclan y confunden a la vez.
Una reunión de amigos, una inofensiva invitación a cenar y un cometa que surca los cielos, todo ello en el fondo de un magnífico guión que sabe evolucionar desde la nimiedad y la tontería banal a los primeros sustos y planteamientos surrealistas para, con sabia inteligencia, continuar su camino hacia la obsesión, el pánico descontrolado y un desquiciante no se dónde estoy, no se qué pasa, no se quién es quién que te enloquece, absorbe y ofusca con propiedad, fuerza y gran determinación.
Un argumento sencillo en su propuesta partiendo de la teoría del gato de Schrondinger y que con exquisita lentitud y sutiles movimientos ascendentes logra llegar a cotas sublimes de confusión, de misterio y de pérdida total de la realidad, un filme de ciencia ficción que se alimenta de sus espacios cerrados y reducidos, de diálogos incesantes que no tienen freno, de habla continua llena de despropósitos y de jugar al gato y al ratón con uno mismo, con sus propias realidades y con aquellos con los que comparte, o no, el espacio y el tiempo.
Te dejará enmudecido, sorprendido, seguirás analizando su final, intentarás unir todas las piezas hasta el agotamiento y será tal tu perplejidad ante la que se ha liado partiendo de un tranquilo y superficial encuentro de amigos y la apertura de una boba y estúpida caja que tu asombro, respeto y aplauso para con la película y su diestro y meritorio director-guionista serán rotundos, certeros y de grato y exquisito placer.
Apuesta segura que con poco ruido y muchas nueces consigue un trabajo soberbio y magnífico, todo un loable proyecto donde después de darle vueltas y vueltas, de repasar y recordar cada movimiento puede que te rindas ante una resolución inconclusa por seguir sin saber quién es quién y de dónde procede cada cual.
Nunca un mareo tan frustante fue tan emocionante y productivo.
Disfruta de tu ignorancia situacional y de tu aturdida incapacidad cognitiva, acelerado vértigo que finaliza en inquietante calma.