Espacio y trama
por Quim CasasEn Fargo de los hermanos Coen, el espacio (el paisaje nevado de Minnessota) es primordial. Lo mismo ocurría en algunos film noir de la edad de oro del género, caso de El último refugio de Raoul Walsh, donde el viejo y desencantado gángster encarnado por Humphrey Bogart intentaba redimirse en el edén perdido de la alta sierra. Los thrillers de ambientación urbana, sea Nueva York, Boston, San Francisco o Los Ángeles, el París de Jean-Pierre Melville o la Barcelona del policíaco de los años cincuenta, poseen unas cualidades distintas, más reconocibles. La isla mínima se parece mucho más a los primeros filmes citados por su uso del espacio, lejos de las grandes ciudades, en un lugar pequeño, casi atávico, del Delta del Guadalquivir, en una época pretérita en la que España salía de las penumbras y telarañas del franquismo, a principios de los ochenta, la era de la ingenua e incipiente democracia.
Alberto Rodríguez es un director que aumenta en interés a cada nuevo filme que realiza. No era lo mismo el de El traje que el de Siete vírgenes, el de After que el de Grupo 7. La isla mínima comparte con esta última el género policíaco, pero tanto la historia relatada como la manera de emplear el espacio e insertarlo como un protagonista más ya desde los preciosos títulos de crédito (planos alzados de las marismas de modo que parezcan un dibujo alucinante antes que una geografía real) es bien distinta. Además, siendo un relato neoclásico de encuesta policial (dos agentes de ideología opuesta, expedientados ambos por distintas razones, deben esclarecer el asesinato de dos hermanas adolescentes en un pueblo de las marismas del Guadalquivir), resulta también un retrato ajustadísimo, sin alzar la voz, de los efectos nada residuales del franquismo, o tardo-franquismo, en la sociedad de los ochenta.
Al filme no le falta casi nada: tensión y atmósfera, tempo modélico, alguna que otra sorpresa y giro bien llevados, excelente trabajo de sus dos actores protagonistas (Arévalo y Gutiérrez), ajustada y expeditiva violencia, dos finales ejemplares (uno en cuanto a la trama policíaca, otro en relación a ese retrato de la sociedad española y la influencia de la dictadura) y, como ya he dicho, un uso excelente del lugar, del espacio físico, la tierra mansa horadada por el agua que parece influenciar emocionalmente a los personajes más que cualquier otra cosa, un lugar que parece olvidado del mundo como lo estaban los escenarios de Deliverance de John Boorman y La presa de Walter Hill.
A favor: La honestidad de su trama, el modo ejemplar de utilizar el thriller para hablar de la realidad política de la época.
En contra: Que sea vista solo como una película diseñada para satisfacer a la industria, a los Goya y a los críticos.