Opiniones sobre Objetivo: Londres

Película con mucha acción pero totalmente predecible, siguiendo la estela de la anterior.
Buenos efectos especiales y algún que otro punto suelto.

[...] La trama sigue el mismo esquema y tiene la misma acción frenética que la anterior entrega, pero también las mismas premisas inverosímiles, los planteamientos absurdos y el patriotismo exagerado. Está claro que este tipo de películas tiene su público y que no se sentirá defraudado viendo a su héroe repartir justicia con violencia extrema y derrochando cinismo. Los que busquen algo de lógica en los planteamientos y en el desarrollo, es mejor que empleen su tiempo en otro proyecto, nada de lo que se ve en pantalla resulta mínimamente original, está plagada de tópicos culturales y machistas y los diálogos son de vergüenza ajena (“Marine dos sacrifíquese”), me temo que resulta involuntariamente cómica.
Esta vez el terrorista es un poderoso traficante de armas paquistaní y lo que queda de su familia que fue masacrada por drones estadounidense un par de años antes, durante la boda de su hija (esto me suena de la cuarta temporada Homeland). Su principal objetivo es matar al Presidente de los Estados Unidos y trasmitirlo en directo por YouTube. En cuanto a los líderes mundiales, están retratados a golpe de tópico, una solitaria y poco agraciada Presidenta alemana o un maduro Presidente italiano con su novia varias décadas menor que él. Sorprende encontrar al Primer Ministro canadiense en la lista y nada relativo a España, parece que no somos una potencia europea, aunque visto como terminan los otros líderes casi es mejor así.
Gerard Butler y Aaron Eckhart son el centro de la acción, todo el espectáculo gira en torno a ellos. Han pasado tres años desde los acontecimientos de la anterior entrega y ese tiempo ha servido para que sus personajes estrechen lazos. Gerard Butler vuelve a ser el héroe de acción ultra patriótico, cínico y violento, John McClane, Rambo y el Capitán América juntos en la misma persona, capaz de esquivar balas y matar con sus propias manos mientras lanza (ridículas) consignas patrióticas. Aaron Eckhart no se queda atrás, empieza siendo el indefenso Presidente que necesita ser salvado, pero una vez que mata al primer terrorista hará lo que sea necesario para seguir con vida.
Morgan Freeman ahora es el vicepresidente y será el encargado de negociar con los terroristas, bueno de hablar con ellos, ya sabéis que no negocian con terroristas. Angela Bassett sigue siendo la directora del Servicio Secreto y Melissa Leo el secretario de defensa, aunque el papel de ambas es escaso. También repite Robert Forster como Jefe del estado Mayor y Radha Mitchell como la esposa de Mike, esta vez a punto de dar a luz a su primer hijo. Se incorpora Charlotte Riley como un agente del MI6 y Alon Aboutboul como el cabecilla de los terroristas.
Una entretenida película de acción tan inverosímil que es mejor no tomársela en serio. Incorrección política nada convincente, demasiados clichés, risas (algunas involuntarias) y acción sin sentido que gustará a los que disfrutaron con la primera.

Absolutamente previsible. Diálogos típicos y aburridos. Y como no.... Los estadounidenses los mejores del mundo, sobre todo el protagonista, claro.

Cualquiera podría pensar que es una adaptación de un vídeo juego, porque tiene escenas de un auténtico vídeo juego.
La peli no aporta nada nuevo, pero si te gusta la acción, los tiros, las explosiones y algún golpe de humor irónico, es tú película.

“Buenos días, Londres”, ¡cuidado que llegan los yanquis!

Si ¡mira el éxito que tuvimos con la primera!, ¿hacemos una segunda?, el escocés está disponible. Vale, es taquilla fácil, sea la que sea, pero cambiamos Washington por capital de Inglaterra, que son aliados y hablan el mismo idioma aunque, a veces, muy bien ¡no se les entienda!
Y allá que se lanza Gerard Butler, con su previo paso por gimnasio para poner en forma a los músculos previstos - ¡que es agente del servicio secreto!- a este planteamiento robot que, según ficha, ha necesitado de muchas cabezas pensantes para ser redactado, cuando todo lo que se solicita es una acción entusiasta, de ritmo vertiginoso, con una decente trama y algo de estilo inspirador para que ésta no resulte aburrida, repetitiva y desnutrida por lo ínfimo ofertado.
Aunque, tampoco ¡tan bestia y exagerada que se les fuera de las manos! Un termino medio ¿no?
Además, todo el rato con ese impoluto traje, de anclaje perfecto, que no se estropea ¡ni un segundo!, que está ¡en el anuncio de Emilio Tucci! Bueno si, un poquito se ensucia, que incluso a Mike Hammer se le caía el sombrero de vez en cuando, ¡muy, muy a la larga!
“Todo el mundo comete errores”, sin duda alguna, ejemplo de ello es este tour urbano, por la capital del Reino Unido, intentando recrear un nerviosismo, inquietud y adrenalina fallida pues, olvida que su predecesora sólo necesitó un edificio, esa blanca casa como objetivo ¡y punto! Y es que, en ocasiones, la sencillez es un don de enorme aprecio.
“La venganza siempre tiene que ser profunda y absoluta”, y parece haber dado en la clave pues, lo confirma ese estado neutro y apagado de la concurrencia al final de la estruenda, pero hueca, carrera de tiros y persecuciones que apenas motivan o transmiten nada; es “el sonido de lo inevitable”, esa manifestación evidente de una escasa ilusión y pobre apetencia por un argumento de pocas opciones a la hora de agradar, intimar o revolucionar a un espectador que se indigna ante la garrafal bajeza de ideas, para elaborar un relato de acción valedera y digno de ser visto y recordado.
Más que un largometraje ¡parece un videojuego exhibido en gran pantalla!, que ni siquiera posee la facultad grata que estos otorgan; distracción relajante para evadir los problemas, no pensar en nada y salir nuevo de esa ducha de actividad energética que recibe un cerebro atento a cada acto, avance y estratagema para seguir vivos en la partida.
Pero, aquí los hilos los maneja un guión vacío cuya dirección pone mucho énfasis, de escaso provecho, en las volteretas, las bromas dialécticas, las explosiones por doquier y en sacarse motorista a la caza de dónde sea, no importa cómo, pues es la era de internet, de los drones, los satélites y las globales comunicaciones, más un triste planteamiento de quién es el culpable, ese traidor infiltrado a escala superior que lo facilita todo, sin darse cuenta de que ¡podrían haber tirado una moneda al aire!, para ver a quién le toca el marrón de ser el topo porque, al vidente, como que le da lo mismo.
Entretenimiento distendido y facilón, es el objetivo de las películas de acción pero, hay categorías según su efectividad y eficiencia, más cuando existe una sabrosa antecesora que marca el nivel mínimo que, por anticipado, ya se espera de ésta; claro queda que la presente no llega -ello a pesar de que la trampa inicial está bien pensada pero, ¡se les va tan rápidamente la olla!- y que se queda a tanta distancia, en kilómetros reales o calidad cinematográfica, como la que hay entre Washington y Londres; sencilla la comparanza/brutal el resultado que se obtiene de la misma.
Heroicidad en los actos, perspicacia de mente, socarronería de palabra, gracia de estilo, diversión y pasatiempo a cada paso y unánime tensión entre tanto, que se aplaca con ese reír insolente de las situaciones peligrosas que desbordan cualquier argucia pensada, inventiva e inteligencia para superar todos los baches y poder ser, por fin, ese héroe que sonríe ampliamente, lleno de sangre y moratones, por ese trabajo bien hecho; pero, este solitario ha bajado de categoría por la ineptitud, en cuanto a ocurrencias, de los responsables sobre el trazado que debía recorrer en su desbordado trayecto.
Jugar al ratón y al gato, sin más, ¡genial, se espera y acepta, John McClane y su espléndida locura lo llevaban a la perfección suprema, en ese rascacielos de tortuosos cristales -y eso ¡que sólo era un poli de Nueva York!- pero, lo que empieza óptimamente, debe seguir la misma estela y no estrellarse contra un tendencioso correr, conducir, disparar, decir una estupidez, volver a empezar..., tan ecuánime y neutro que, si cesa tan atontada rueda de girar por rellenar minutos, apenas te despierta de tu parsimonia.
Carente respecto lo ofrecido en tierra norteamericana, falta en cuanto a soltura y perspectiva sobre qué hacer en tierra inglesa, menor en cuanto a cinta perteneciente al género de la acción; aprueba, sin duda, pero el thriller de la primera tenía más pasión y enganche, puede que por ser aquella una primera cita a ciegas, aquí es segunda y con pre aviso de antemano.
Por cierto, al entierro no acude ningún ministro español, ¡tan poco valemos!, ¡ni para matarnos como extra!, ¡pero si hasta hay un canadiense!

Lo mejor; vas a ver tiros, carreras y acción.
Lo peor, el menú guión que une a éstos comensales.
Nota 5,2

Objetivo: Londres (2016).
De nuevo el incombustible Gerard Butler vuelve para resolver la papeleta al presidente de los sagrados EE.UU. tras un multiatentado terrorista en la capital británica, donde varios de los líderes mundiales occidentales son masacrados para alegría de esa parte del tercer mundo esquilmado por Europa y Norteamérica.

Como de costumbre, la propaganda del país más genocida del globo -junto a la Alemania Nazi- está muy presente, pero indudablemente la acción desmedida, los efectos especiales (aunque algún fallito hay...), los actores y actrices secundarios de lujo (desde Freeman, A. Bassett, Radha Mitchell, Robert Forster a J. Earle Haley, el último Freddy Kruger), y sobre todo nuestros protagonistas Aaron Eckhart y Butler, que lo mismo valen para un roto que para un descosido (llámese comedia, drama o thriller de acción...), hacen que el producto merezca la pena ser consumido.

Recomendable para desconectar, y para ver lo buenísimos que son los guiris y lo malísimos que son los árabes esos que venden armas y matan a occidentales inocentes...

Raúl Cabral.
Puntuación personal: 6

Como sucediera con la anterior entrega este “Objetivo” parte de una idea original, esto es, un ataque en toda regla a los que se suponen intocables, pero otra vez la idea solo genera interés hasta mitad de película cuando el protagonista se pone en plan justiciero a lo Charles Bronson y donde abiertamente tortura y ejecuta sin necesidad (literalmente así lo reconoce el protagonista ¿?) lo cual hace que empatices menos con el protagonista y con la película, aparte de que la historia resulte otra vez poco verosímil ya que al igual que en la anterior entrega no te crees que los terroristas de turno tenga acceso a tantos medios, en este caso para tomar una de las ciudades más pobladas y vigiladas del planeta, aun así una película entretenida “digna” heredera de los Rambos y demás……….

En 2013, a Hollywood le entró de repente unas ganas locas por destrozar la Casa Blanca (otra vez) y al presidente de los EEUU (otra vez). Y es que nos llegó “Asalto al poder“, de Roland Emmerich y “Objetivo: La Casa Blanca“. De la última, debe ser que tenían más historias que contar, pues ahora nos llega una secuela, cambiando de localización.

Mezclando las americanas de “Misión: Imposible“, las conspiraciones de James Bond y la seguridad del gobierno para el presidente de “Air Force One“. La película goza de entretenimiento puro y duro, y es que hace honor a su lugar de procedencia. Éste es un buen producto Hollywoodiense, ni más ni menos. Cine para disfrutar viendo cómo explotan las ciudades más conocidas del mundo, y como las persecuciones más imposibles se suceden una tras otra en calles reconocibles por todos. “Objetivo: Londres“, es una película más para disfrutar una tarde de sábado con el bol de palomitas más grande que encuentres y te prepares para que tus oídos no escuchen otra cosa más que bombas, tiros, lanzallamas y granadas.

Eso sí, piensa que aquí los buenos pueden ser cualquier bueno, perseguidos por malos, que pueden ser cualquier malo. Con esto me refiero a que no intentes explicarte y buscarle lógica a que el presidente de los Estados Unidos pueda correr solo por las calles de una solitaria y desolada Londres perseguido por unos pakistaníes. Y es que sí, eso es solo cosa de estos blockbuster de Hollywood.

Lo mejor: el plantel de actorazos que llenan la pantalla.
Lo peor: que la tercera entrega “Objetivo: El mundo”, sea por ahora, solo producto de mi imaginación.

Vaya panfleto Americano lleno de aburridos tópicos. Una gran mierda americanizada hasta el aburrimiento. No sé cómo alguien ha podido filmar ni escribir este bodrio

No me ha gustado nada. Una película sin sentido, con argumento horrible y aburridísimo. Sinceramente es una de las peores películas que he visto.