No estamos ante una simple película de superhéroes ni una más del montón. Al menos esa intención pareció tener James Mangold a la hora de hacerse cargo de un proyecto de tales ambiciones como lo es Logan. Probablemente, el film que merecía un personaje de sus magnitudes, con los condimentos necesarios como para entablar un punto de partida hacia la cual fue, en mi opinión, una de las mejores diez películas de todo el año 2017, y una muestra más de que el cine superheróico tiene mucho más jugo para exprimir del que se tiene fe a veces.
Tal vez, experiencias cercanas a Logan podemos encontrarlas en Deadpool, tomando como punto de referencia su violencia, salvajismo y brutalidad, que en ningún momento se apiada del ojo espectador. No es que uno justifique la violencia en las películas, pero ya no es nada nuevo en este ámbito, ni aquí ni en ningún otro. Y Wolverine, más que cualquier otro personaje del cómic, merece ser digno de la apropiación de una obra que le quepa en sus zapatos, es decir, una que honre su historia, pero más que nada, sus características y su natural forma de ser. Pues Logan logra esto con una contundencia abrumadora, absteniéndose a dejar de lado su naturaleza y, a la par, dando a conocer el lado más profundamente humano de nuestro protagonista, lo que permite que ésta sea una de las cintas del género más reflexivas e identificativas que se nos ha brindado en mucho tiempo.
Todos los amantes del cómic, pero más en concreto del personaje, sabemos que ésta trama se basa en una que particularmente tiene mucha relevancia, Old Man Logan. Sé de antemano que las adaptaciones cinematográficas no siempre resultan tan icónicas como lo son en su formato original, y principalmente se debe a que por un tema de durabilidad, algunos personajes quedan un poco de lado, o no tienen ese tan ansiado momento de gloria que todos esperamos ver. Logan cae en esa sentencia, pues no esperemos ver a los villanos más representativos de la saga X-men, ni mucho menos en su género. Pero tampoco necesita que así sea. Logan tiene puntos justos y necesarios, es decir, que no van más allá de lo regularmente aceptable. Su apartado antagonista, en cuestión, denota un poco de presencia y autoridad, pero no de personalidad y complejidad, porque a pesar de todo no dejan nunca de ser el principal desafío de toda esta gran historia.
A fin de cuentas, Logan es de esos films que se hacen grandes con el pasar de su transcurso. Tiene momentos y momentazos, y quien la haya visto entenderá lo que estoy diciendo. Presenta escenas que parecen de relleno, pero que todo amante del cine comprenderá que, más que un relleno, están ahí para llegar al espectador de una manera más simplista, noble y, por sobre todo, más humana, que es lo que fundamentalmente nos permite identificarnos con esta película. Película que, por cierto, se acompaña se una conmovedora banda sonora, un guión complejo y de requerimientos básicos como el de una atención constante, un impacto visual deslumbrante en todo sentido y, la cereza sobre el pastel, que permanentemente nos encontramos visualizando a la obra que, por excelencia, honra definitivamente a uno de los referentes más exponenciales del universo comiquero.