Sublime Es La Concluyente e Incisiva Contemplación Para El Superhéroe Ficticio de Marvel Comics
Lobezno, uno de los más dilectos personajes de la casa de las ideas llevado a la gran pantalla, ha partido, pero lo ha hecho a lo grande, con escarlata sangre goteando por sus defectuosas garras de adamantium y dejando en herencia una factible regeneración a base de zagales mutantes. Después de las insistentes y sugestivas promesas que el director James Mangold divulgaba durante la modelación de la notoria obra, “Logan” finalmente ha aterrizado en los cinemas mundiales y hemos tenido la oportunidad de impugnar o aseverar qué tan certeras fueron las palabras del erudito marvelita. A rasgos generales, el utópico western que Mangold ha erigido es el portal definitivo a facetas inusitadas en el género, para la verídica acepción de adaptar con observancia las obras de referencia. Esta entrega hará que apliquemos la alegoría de la caverna de Platón al UCM en todo su esplendor, desempolvando lo glorioso, inteligente, capaz y ante todo humano que puede ser un filme de superhéroes.
Es 2029. La humanidad ha quedado desamparada por mor del déficit de salvadores, quienes, enigmáticamente, han sido suprimidos de la faz de la Tierra. El mal ha triunfado sobre el bien, no obstante, esta deberá finiquitar algunos asuntos relacionados con aquellos que están muertos en vida. Dipsomaniaco, maltrecho y presa del dolor a causa de la enervación entorno a sus facultades regenerativas; James Howlett malvive cerca de confines mexicanos, entre estériles ruinas que aluden su condición corporal, moral, sensitiva y psíquica. Ha relegado propósito alguno, ha perdido la singladura, lo único que retiene su subsistencia es aquel hombre que lo prohijó con acojo, devoción, pero ante todo que le entrego todo el amor. Charles Xavier, quien fuera un genio científico con una habilidad sobrehumana para absorber información, siendo además una autoridad líder en genética, mutación y poderes psiónicos, ha sido contundido por la inflexible vejez, el amargo principio inmanente de la vida. En la actualidad, es un varón senil, caduco y conminatorio, víctima de una neuropatología propia del avejentamiento que adultera sus facultades y pone en riesgo a los únicos dos seres que le quedan: Wolverine y X-23. Esta vendrá en forma de una chiquilla de pocas palabras, con mirada penetrante y un atributo instaurado por el programa Transigen que la aproximan más de lo que piensa a Mr. Adustez: garras y mal humor. El profesor y un fatigado James emprenderán un viajo rebosante de súbitas situaciones con tal de salvaguardar el futuro defensor de la humanidad: los próximos X-Men.
La inmortalidad es una entelequia idealizada por el ser humano para el ser humano, con el objetivo de encamisar el manifiesto temor hacia la senectud, o más concretamente a la muerte. Siquiera los superhumanos de los comics están emancipados del dogmático designio de la vida. Cada uno de los personajes del ajustado cast se enfrenta a algún tipo de problemática referente al tiempo, todo concluye con el desecho de las raídas estrellas y la inapelable bienvenida a los nuevos héroes, cada sustancia tiene caducidad.
17 Años. Una trilogía. Una trilogía secuela. Dos spin-offs. Una trilogía spin-off con Wolverine como estrella central. De las producciones basadas en Marvel Comics, los X-Men llevan en la vía un dilatado periodo, alumbrando el camino (en cierta medida) para el género de los muy cotizados héroes de ficción. La línea del tiempo fílmica, con respecto a las tramas preconcebidas por Stan Lee y Jack Kirby, puede abreviarse satisfactoriamente con tres nombres claves: Bryan Singer, Patrick Stewart y Hugh Jackman. Singer recreó por primera vez la historia del “Instituto de Xavier para jóvenes talentos” en imagen real; su neófito acierto ocasionó que su postulación como director se prorrogara hasta en cuatro largometrajes focalizados en la inmensa franquicia. El segundo es el amo y señor de la escuela de mutantes y, empleando laconismo, el frontis oficial de la saga de Los Hombres X. El último y tercero es aquel que no interpreto un rol, fue quien se insertó en él, un hombre que metamorfoseo su pensamiento con tal de que cada espectador creyese que le estaban saliendo filosas garras de las manos, un hombre que será el único Lobezno. Solo según él, esta es la última vez que lo veremos como el bienquisto personaje, en parte, porque las afecciones de salud de ambas celebridades les han pasado factura. Jackman nos enseña a su álter ego drásticamente irreconocible: enfermo, desfallecido y al risco del quiebre. El actor australiano da todo lo que tiene para brindarle un decoroso ultimo adiós a su apelativo profesional, dota de dolencia tangible y cansancio visible con sus talantes, su mirada mohína plasma su falta de esperanzas; la actuación de este hombre crispara al axiomático mundo de héroes y sí, lo declarado por Mangold tiene una fuente verídico: “No es una película de superhéroes, es una película de un humano con poderes.” Hugh deja una sucesora a la altura, ella es Dafne Keen, la pequeña actriz que interpreta a una Laura colmada de cólera y de vigor, con el potencial requerido para adquirir a sus espaldas el peso del Arma X. Los diálogos para la joven interprete son cuasi que nulos hasta el tercer acto del filme, supliendo esa ausencia fonética por capacitaciones físicas formidables dentro las magnéticas y violentas escenas de acción; ella es la contraparte precisa para Logan, así como un clon símil. Aunque se conocía explícitamente que comic servía de base (“Old Man Logan” de Mark Millar y Steve McNiven), no era de esperar la guisa en que fueron aniquilados determinados papeles en la película, y aunque tristemente, le trasmite una perplejidad absoluta a la audiencia, parece demasiado inhumano incluso en ese contexto y provocara una incesante plañido a todo el fenómeno fan. Es algo nunca antes experimentado en el género por parte de Marvel, y esto necesariamente no es malo.
Impensado fue toparnos con que la última aventura de Wolverine es un irrevocable spaghetti western, un largometraje con una estética sucia a la vez que estilizada y que encierra unos personajes aparentemente carentes de moral, rudos y duros. Aquí, las escenas de acción son justificadas, medidas y fascinantemente feroces. Este es oficialmente el filme que encarna en forma y esencia el Wolvie de las paginas, la cinta no despliega combates súper luminosos ni con chispas de luz en vez de sangre, la violencia tiene un por qué, un para qué y unas consecuencias; y aunque su aplicación es concisa, enardecen más que las pomposas luchas de los Avengers. Son cuasi microscópicos los indicios de cine veraniego; los visuales son secos, pesimistas, taciturnos y sin duda alguna, en seleccionados componentes, puede ser parangonada con “Midnight Special” de Jeff Nichols. Todo este desesperanza que enloquece al fanservice se ve embellecida con un ritmo súbito parsimonioso, agresivo cuando tiene que serlo, pero inteligente en las emociones que plantea. La banda sonora exprime todo lo que tiene a su alcance, no obstante, paradójicamente sobresalen las melodías calmosas y opacas que plasman oníricamente la atmosfera del filme.
Y la carga emocional sí que pesa. El sentimentalismo es adecuado en cada personaje, las sensaciones son plausibles y tocan hasta al más descorazonado. Difiere de las determinaciones esporádicas, de los giros de tuerca incomprensibles, cada acto esta motivado por un pensamiento soportado por los sentimientos. A medida que el filme va mudando a un road/buddy movie, las relaciones interpersonales se engrandecen y conquista una conexión brillantemente apoteósica. Cada uno de estos seres mutantes tiene una bien lograda conclusión, unos esperados y otros totalmente imprevisibles. De hecho, hay algo triste sobre el filme y es que esta se siente como el mejor, de lejos, de los lances de Wolvie, haciéndonos cavilar como hubieran sido otras aventuras sin las cortapisas de la clasificación por edades. ¿Debe “Logan” agradecerle al R de “Deadpool”? Depende de quien lo mire, ya que si bien el largometraje de Wade Winston Wilson alberga contenidos explícitos, todo propende al gracejo, mientras que aquí la tonalidad es distinta, y exactamente eso intranquilizaba a 20th Century Fox, la reforma tiene una abrupta alteración en el ritmo con respecto al precedente filme, no obstante, ya pueden descansar en paz, el cashing monetario continua sonando.
Lastimosamente, “Logan” no ha de ser perfecta y todo gracias a la veterana problemática que Marvel no ha podido avasallar: antagonistas. Año tras año, largometraje tras largometraje, los ruines villanos deben ser tan fundamentales como los escenarios o los protagonistas, son una pieza clave en el puzzle, sin embargo, “Logan” reinserta sus renuentes manos en la dolorosa llaga. Tal vez, guionistas y director deseaban que el protagonismo absoluto estuviera posado en el trio estrella, incrustando en el rol a un Pierce (Boyd Holbrook) que no aparece el tiempo solicitado en pantalla, a unos oficiales de policía mexicanos y a uno que otro demonio humano. Otro figura de la que muchos han vituperado es su “extenso” metraje, ¿Desde cuándo un filme es largo con tan fascinantes componentes? Personalmente, fue tan disfrutable, que siquiera me percate del tiempo. ¿Quién mira las manecillas del reloj, mientras Mangold dirige un persecución automovilista (bastante equiparable a una escena precisa de “The Divergent Series: Insurgent”) con un convoy a toda velocidad amenazando con arrollar a los escapistas dentro de una perforada limosina?
“Logan” se despide tajantemente del estilo de las adaptaciones de Bryan Singer y del propio Mangold y adopta encantado el aura de la trilogía “The Dark Knight” de Christopher Nolan gracias a su corte realista y agorero, un horizonte desolado en donde el héroe no es super, es un héroe encarado a índoles humanas. El segundo filme clasificado R de Marvel cimenta sus pretensiones en el tono, el guion y las interpretaciones, retratando a cabalidad tanto el mundo ficticio de las paginas como el mundo mortal, el nuestro que puede transmutarse así en un abrir y cerrar de ojos, hay un realismo seco y abrumador hacia nuestro incierto devenir. El filme es violento, inteligente y elocuente; la actuación concluyente de Jackman le brinda a Wolverine una estampa hasta hoy inusitada y ofrece una mirada mucho más holgada al universo de los superhéroes, asimismo sirve como constatación de que Marvel puede conseguir cintas tan melodramáticas y mohínas como DC sin perder el rumbo, sin perder el tino. Una ronda de aplausos y vítores para Hugh Jackman, quien afirma que ni el monto más exorbitado de dinero lo traerá de vuelta, sin embargo, el crematístico Hollywood lo puede absolutamente todo. Gracias por todo y buen camino. X