Un traficante gitano, golfo y seductor que pretende ser hijo del Rey,
un republicano disléxico e irascible incapaz de valerse por si mismo,
un fascista, ex miembro del FBI que sabe quien mató a Kennedy,
una sexy e impulsiva joven que confunde el feminismo con el tocino,
un@ ex ministr@ corrupto cuyo sexo es tan difuso como su ética,
una aristócrata que reina en España y se sienta sobre clavos de fakir,
un conde cuyo mayor problema es controlar su silla de ruedas,
un fabricante de coca rencoroso y enganchado al porno,
un par de sicarios de la inteligencia española que dan más lástima que miedo,
un novio sumiso capaz de timar a una desvalida anciana,
una ama de casa ligera de cascos y enganchada a los realitys,
una estrella musical infantil con tragaderas de estrella del porno,
una cumbre económica clandestina, animada con farlopa y zorras,
una gigantesca paella sazonada con narcóticos,
un satélite militar americano sobre el país vasco,
una cata de exclusivo vino adulterado,
el primer homínido español con barretina,
la emocionada confesión personal del Rey de España,
un almuerzo de Coronación regado con laxante y suero de la verdad…una boutique del espía, un minúsculo caniche cagón, un dignatario chino borracho y salido, una bella húngara muy profesional, un salpicadero trufado de simbología política, una conferencia sobre drogas duras para párvulos…
No es una lista de los argumentos de la nueva temporada completa de “South Park”. Es una película española llamada “Rey gitano”.
Hace unos diez años que la crisis afecta de un modo categórico y brutal a este país. Hace aún más tiempo que España se despertó de su resaca descubriendo que su bendito ADN contiene el virus de la corrupción en una medida tan escandalosa que afecta a todos sus órganos. Y, sin embargo, se podría decir que no existe rastro de cine al respecto. El mayor problema vivido en España en las últimas décadas no ha interesado a un sólo cineasta. O a un sistema de supuestos artistas. De aquí el alcance aún mayor de esta comedia que, sin ser un certero documento, contiene, desde un punto de vista sociológico, innumerables y valiosos trazos de realidad. Una realidad tan ingrata, que sólo puede ser observada desde la saludable barrera del humor.
La película podría bien sintetizarse como la historia de unos perdedores que se unen a otros perdedores con más brío para recorrer el país en busca de su peregrina salvación, arrancándola de manos del corrupto poder. Una ardua labor que excluye el trabajo real y honesto. Una aventura tan quimérica, que tal vez podría ser cierta, tal vez podría salir bien. Si el poder no cuidara su negocio.
Con el hilarante lamento de “tenemos una ruina que con un poco que la cuidemos, nos dura toda la vida”, Josemari y Primitivo nos introducen en su universo de precaria supervivencia en cuyo curriculum figuran una “agencia de turismo sexual en el país vasco”, o la pretensión de crear un nuevo genial invento español, dedicándose a “pinchar cosas, esto lo otro…”. Elejalde y Manquiña parecen haber llegado a la cumbre de sus carreras para personificar a la pareja de detectives más antagónicos y entrañables que el cine español nos haya regalado. Por su parte la festiva arrogancia y desparpajo del Gaje creado por el sorprendente Arturo Valls, y la contundente insensatez de la Dolores compuesta por la privilegiada María León, nos regalan algunos de los momentos más surrealistas del show.
Capítulo aparte de menciones personalizadas merecería la ilustre sucesión de actores principales, excelentes Rosa Mª Sardá, Charo López, Albert Pla, Pilar Bardem o Ernesto Sevilla, y admirables secundarios de ajustada y cómica labor. Sin olvidar a los extraordinarios dobles de la Familia Real que, por momentos, consiguen sugestionarnos sin remedio.
La habitual destreza audiovisual a la que el autor de “La Madre Muerta” o “Airbag” y su equipo artístico nos tiene acostumbrados, ya avisa desde los primeros instantes que el espectáculo no será un video juego made in Hollywood, sino un regreso narrativo y estético al cine de pasadas décadas. Una época demasiado cercana en la que, el joven espectador medio nacional, rugía divertido ante las gamberradas más salvajes. Pero conviene preguntarse seriamente si, en la España desideologizada y alienada de hoy, en la que llamar a las cosas por su nombre o sencillamente bromear sin prejuicios, supone un alto riesgo para la presunción de inocencia, el humor socarrón de “Rey gitano” resulta tan sospechoso y molesto como lo es la libertad en cualquier dictadura.
Al fin y al cabo hablamos de una película en la que, un zurullo que pasea en manos de cuatro idiotas, va a decidir el futuro de España. ¿O hablan del presente?
Moctezumovies