Amor en el crepúsculo
por Paula Arantzazu RuizEn 2005 Marcos Carnevale se adelantó a la tendencia de películas protagonizadas por estupendos jubilados al estrenar Elsa y Fred, con China Zorrilla y Manuel Alexandre en los roles de una pareja de tortolitos octogenarios -ella vitalista y alocada, él lo contrario- cuyo enamoramiento nos descubría una vez más que para el amor no existe edad y que nunca hay que darse por vencido mientras el pecho siga latiendo. Tras ésta, y especialmente en los últimos cinco años, nos han llegado un buen número de filmes con protagonistas repletos de canas y arrugas (ahí están Red, El exótico Hotel Marigold o El cuarteto) y una se pregunta si eso no se debe asimismo al envejecimiento de la media de edad de los asistentes a las salas cinematográficas.
Retomando la película en cuestión, si la Elsa y Fred de hace diez años no conseguía convencernos del todo por su poco elaborada puesta en escena, la Elsa y Fred actual, dirigida por el británico Michael Radford (El cartero y Pablo Neruda), tampoco parece que vaya a lograrlo. Y de nuevo por los mismos motivos: ligereza, vaguedades, trazos demasiado gruesos. Shirley MacLaine y Christopher Plummer son una estupenda réplica estadounidense de la argentina China Zorrilla y el español Manuel Alexandre, pero todo el proceso de su enamoramiento está lejos de parecer verosímil. En la cinta original se apostaba por el romanticismo a ultranza mientras que en el filme de Radford se busca más la vis cómica de sus personajes, sin acabar, no obstante, de encender la mecha que nos dibuje una gran sonrisa en la boca.
A favor: MacLaine y sus arrugas. Belleza absoluta.
En contra: Su factura de cinta menor.