Últimas opiniones sobre Una noche en el Viejo Mexico

Menuda película infumable. Emilio Aragón ha creado un auténtico rollo que ni él mismo se cree. Sinceramente me ha defraudado muchísimo porque me esperaba mucho de esta película y es una de las peores que he visto.

La historia es un poco floja y bastante previsible, pero está protagonizada por el gran Robert Duvall y su presencia llena toda la pantalla desde su primera aparición. Es una auténtica delicia verle esbozar esa media sonrisa mientras se burla del vestuario de su nieto, sus réplicas entre dientes o su natural chulería. Jeremy Irvine es el nieto al que nunca ha visto, un personaje demasiado mojigato para venir de una universidad en Nueva York, además la actuación de Irvine es demasiado superficial, no hay química entre ellos y no muestra ese supuesto viaje emocional que quieren contarnos, es lo más flojo de toda la película.
Junto a ellos un grupo de actores que siempre podrá presumir de haber compartido secuencia con Robert Duvall. Angie Cepeda es la chica, una stripper de buen corazón que quiere triunfar como cantante. Javier Gutiérrez es el propietario del local donde canta Patty. Luis Tosar es Panamá, el propietario del dinero que se llevan los dos asesinos y Joaquín Cosio es el sicario que contrata para recuperarlo.
Técnicamente la propuesta es correcta, nos deja bellas imágenes y una preciosa fotografía. Los tiroteos y la violencia son efectivos y están bien ejecutados, pero resultan poco creíbles, sobre todo la parte de Duvall e Irvine. Por lo demás, nada demasiado original o sorprendente, la típica película fronteriza, con toques de road movie y drama familiar. No es una mala película, se deja ver.

No me quejo de la dirección ni del trabajo de Emilio Aragón pues éste se defiende valientemente, cumple sobradamente con su labor realizando un trabajo sencillo, de fácil ejecución y con una exposición de los pasos a seguir, del enfoque y marcaje de las escenas, obvio e indiscutible, rodaje formulado casi de memoria, de manual de libro enseñado en clase; en cambio, la historia que se nos relata es pobre en su contenido, palpable limitación que se siente en demasía y que cuenta con unos personajes muy lentos e insuficientes en sus funciones de levantar alguna pasión, emoción o interés afectivo más allá de continuar la historia por inercia correlativa, acabar la visión de lo empezado a pesar de la obviedad de su resultado, movimientos de fácil anticipación y armonía adivinable que conforman un producto demasiado lineal, sin sobresaltos o sorpresas espontáneas que eviten un incómodo bostezo anticipo del diminuto entusiasmo que despierta en el espectador asistente. Correcta en todos sus límites, cumplidora en su formato, el único que parece haberse divertido es Robert Duvall que campa a sus anchas, con el enfoque de la cámara siempre sobre su persona y con un papel protagonista que le permite lucirse y explayarse todo lo que quiera aún contando con un guión y unos diálogos que no facilitan su labor pues están llenos de frases formuladas a corte y confección, poco creíbles y de nula absorción, negativo efecto calmante, comida sin especies o aliciente que te permita disfrutar de ella aparte de alimentar un estómago por necesidad biológica -comer hay que comer, otra cosa es que la comida sea deliciosa!-. No hablamos de un manjar exquisito ni de una cena inolvidable; al contrario, el recordatorio a momentos similares ya vividos, a muchos otros relatos ya visionados es constante, agravio comparativo en el que no sale ganando, mismo beneficio que obtiene el público en su inútil afinidad e involucración personal. Correcta, adecuada, exacta, cumplida, decente..., no son calificativos que sacien tu espíritu emprendedor, que conmuevan a un corazón desganado falto de vitaminas, de chispa, de una adrenalina necesaria que evite que el bajo mundo de la droga y el asesinato, el complicado mundo de las relaciones familiares y el placentero encuentro del amor resulte tan poco estremecedor, nimio y de consecuencias tan poco productivas, levedad ensoñadora que no buscas, ligereza narrativa que no deseas y que anula cualquier posibilidad de conseguir más de un justito aprobado que compensa a medias las expectativas creadas.