Mucho más que una secuela
por Israel ParedesEl personaje de Jack Reacher, creado por Lee Child en sus novelas, y a pesar de no adaptarse a las características físicas de Tom Cruise, fue confeccionado de manera perfecta en la primera entrega, Jack Reacher, dirigida en 2012 por Christopher McQuarrie, para crear una franquicia para el actor como un actioner puro y duro pero con el suficiente peso detrás del personaje como para que fuera algo más que, por ejemplo, el Ethan Hunt de Misión: Imposible, cuya entrega, por cierto, junto a McQuarrie, Misión imposible: Nación secreta, dio como resultado una película más que notable. A la hora de realizar la secuela, Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás, podría haberse optado por una continuidad de lo expuesto en la anterior o, por el contrario, tomar un desvío y no crear una secuela complaciente y simplemente continuista. La elección de Edward Zwick como director, a priori, puede hacer pensar en la primera opción: cineasta veterano capaz de abordar muy diferentes géneros, con cierta propensión al relato épico –recordar que trabajó con Cruise en El último samurái, en 2003- desmesurado con mejores y peores resultados, parecía el ideal para confeccionar una segunda parte que dejase de lado la frialdad expositiva de la película de McQuarrie, el cual mantenía una cierta distancia con el personaje para mostrar la ambigüedad del mismo a la par que un lado oscuro que, si bien podía recordar a los thrillers de los setenta, en realidad, surgía de un contexto, el actual o reciente, de recelo y desconfianza en el mundo del espionaje, por ejemplo. Por eso es más que aplaudible que en Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás, Zwick, y el resto de responsables de la película, hayan optado por buscar un itinerario diferente para el personaje que si bien muestra algunas carencias, en general, supone una de las mejores propuestas de cine de acción reciente.
Ante Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás uno puede quedarse en la superficie y algunos de los problemas que presenta, sobre todo a nivel de guion en determinados momentos, y, más aún, en verla simplemente como un vehículo de lucimiento para Cruise (que en gran medida, lo es). A partir de ahí es medianamente sencillo pensar en la película de Zwick como en un mero thriller de acción sin más que ofrecer que un relato bien articulado sobre su trama. Sin embargo, Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás conduce al personaje hacia tres conflictos personales, en un contexto de thriller de acción y de intriga. Por un lado, su enfrentamiento con ‘The Huner’ (Patrick Heusinger), su reverso, un asesino a sueldo de un contratista de armas que, al igual que Reacher, sigue pensando en términos bélicos, incapaz de abandonar su pasado reciente; por otro lado, la relación de Reacher con Turner (Cobie Smulders), quizá lo mejor de la película y en la que la figura del héroe masculino queda cuestionado desde diferentes perspectivas, pero que, sobre todo, interesa por el cariz humano y personal que surge de ella; y, por último, la relación con Samatha (Danika Yarosh), quien quizá sea su hija, y que aporta también un componente humano al personaje que hace cuestionarse una identidad construida y de la que es desplazado por ambas mujeres. Esos tres conflictos sirven para realizar una película en la que Reacher aparece como un personaje que lo aleja, en comparación con la primera entrega, de esa condición casi fantasmal que tenía para dotarle de una construcción más de carne y hueso.
Existen los momentos, por supuesto, en los que el talento de Reacher aparece no exento de heroicidad, en ocasiones, para mostrar su inteligencia para solucionar todas las situaciones, cuanto más complicadas, mejor; o bien, en un thriller de acción son insoslayables, las peleas cuerpo a cuerpo o algunas persecuciones. Pero Zwick, y a diferencia de en otras ocasiones, ha realizado una película concisa en su desarrollo, con constantes pautas que aportan al desarrollo dramático de un peso específico dentro de la acción que introduce, además, un tono sombrío marcado en el personaje de Reacher, a quien Cruise aporta unos matices en su interpretación sutiles pero perceptibles a la hora de plantear la complejidad del personaje que viene a contravenir esa forma de vida fuera del sistema, su vida en un no-lugar. Cruise entrega una estupenda interpretación en este aspecto, sobre todo porque Turner y Samantha le obligan a abandonar, en determinados momentos, su espaciode confort para enfrentarse consigo mismo.
Pero todo lo anterior, además, se incluye en un contexto de cine de acción hardbolied perfectamente orquestado por Zwick al abandonar la espectacularidad a la que suele tender para aportar por la concreción narrativa y cierta sequedad que puede convertir Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás en una película que provoque distancia por no ser llamativa a ese respecto, y sin embargo esconde en esa elección gran parte de sus virtudes. Porque aunque no puede evitar caer en muchos pasajes en claras concesiones de producción, es capaz de alzarse sobre ellas para entregar un relato más personal de lo que a primera vista pueda parecer, si bien, creemos, para apreciarlo se debe mirar más allá de aquellos elementos que permiten un fácil acercamiento a la película de Zwick para despacharla rápidamente mientras, por otro lado, se aplauden otros thrillers, patrios o no, que no tienen, ni por asomo, el interés de Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás.
Lo mejor: Cruise y Smulders crean una pareja llena de matices. El tono sombrío alrededor de un personaje que lucha contra su propia naturaleza. Y, en general, la buen articulación entre elementos dramáticos y la acción.
Lo peor: la relación de Reacher con su supuesta hija desemboca, al final, en unas secuencias innecesarias a pesar de servir para dotar al personaje de más profundidad. Y que, como producto-Cruise, el actor tenga una presencia en pantalla tan constante.