"Si no puedes concentrarte, no podrás sobrevivir; saber dejar pasar el tiempo, sin hacer nada en particular, no pensar en nada, eso es sobrevivir; de lo contrario, te vuelves loco", la lección más difícil, ardua y peligrosa que debe aprender esta rambo femenina, soldado universal de la extrema dureza, del aguante del dolor máximo y experta en técnicas de orientación en campo abierto, obsesionada con el fin del mundo, de todo lo conocido y estar preparada para ese decisivo, crucial y venidero momento caótico y perverso, tener la fuerza, valor y coraje para afrontar, resistir a la aniquilación, sobrevivir a cualquier cataclismo, epidemia que lo devore todo sólo con la fortaleza física del cuerpo y la resistencia de la mente, sólo que..., se olvida de lo más importante, la compañía y apoyo de otro ser humano, la mano y confianza de aquel que te levante cuando no te queden fuerzas, que te cuide cuando enfermes, que te cargue a sus espaldas cuando tus piernas desfallezcan, que te anime cuando te desmoralices, que te haga sonreír con su sola presencia pues, se trata de una heroína confundida y equivocada de miras y frente que descubre, en su forzada y abrupta llegada a la madurez, que somos seres sociales, humanos que comparten necesidades, debilidades y espacio y que, como tal, necesitamos del otro para subsistir, avanzar, mejorar y alcanzar la meta de la felicidad.
Lo más complicado e interesante, el reto peculiar y atractivo de este relato es llegar a comprender, apreciar, respetar el personaje interpretado por Adèle Haenel, una joven solitaria, diferente, dura, abrasiva, antipática, insociable, cortante, seca, rígida y arisca, de gran fuerza de voluntad e inteligencia expuesta que cree no necesitar a nadie y busca demostrar su preparación para afrontar cualquier infortunio que la violenta naturaleza le traiga, que no quiere perder el tiempo en ocio, relaciones, amistades o vínculos emocionales que la distraigan de su propósito en la vida de resistir, superar y sobrevivir a lo desconocido aún por conocer pero..., ¿cómo se hace para vivir una vida llena de nada?..., pregunta que desequilibra a esta errónea Indiana Jones del futuro devastador que se siente desconcertada al comprobar que su mayor carencia afectiva, la confianza en los demás, es lo que la hace vulnerable a una muerte segura, tragedia sensible de una chica que, a golpes, se abre al mundo y la necesidad de relaciones, de sentimientos, de intimidad, de creencia y amparo, que por fin entiende lo que es ser una verdadera combatiente de la vida.
Es un drama adolescente con toques sutiles y escasos, no siempre legibles, de humor muy tenso y punzante ante un ser autista afectivamente, de catatónico andar por la vida que es despertado a la sonrisa, alegría y deseo de compañía por el amor incondicional, resistente y persistente, no importa qué, de un joven -Kévin Azaïs- que, aunque no la entiende, si que entiende la necesidad, aún no admitida, de su presencia anímica y mano amiga.
Irascible visión ante el desdén, desprecio y tormento de este gato acorralado con uñas y ganas de enfrentamiento que no encuentra su lugar ni acomodo en la sociedad, asombro de la devoción de quien está dispuesto a esperarla y seguirla al fin del mundo, a ese bosque de selva naturaleza que le mostrará su carencia más enorme, ese gélido, hermético interior que cree lograr la subsistencia con la única necesidad de su preparado y musculado cuerpo que le sirve como máquina feroz que aisla a todos los que le rodean, observación de la violencia como síndrome de impotencia y la solidez del afecto de un querer profundo como cura a tanto dolor.
Apetitosa y sugerente por ver emerger la calidez, florecer la humanidad después de tanta frialdad y aspereza huraña ante la firmeza, consistencia y fiabilidad de quien nunca te falla, un perfecto sargento de hierro preparada para la guerra con el mundo pero vulnerable y débil a la guerra consigo misma y desorientada ante una caricia, abrazo, beso inesperado que no espera ni solicita nada, que lo da todo sin cuestionar, pedir ni juzgar nada pues, nada desequilibra, desarma, rompe y asusta más que el amor sin condiciones que se conforma con estar a tu lado, con ser presencia que roce tu espacio, que soporta todas tus agresiones, ataques y acometidas con bondad, amabilidad, resignación y delicadeza puesto que..., él es la voz silenciosa de tu alma, la posibilidad de ternura en tu corazón, esperanza de alegría en tu vida.