VAIANA…UN PASITO “P´ADELANTE” UN PASITO ¨P´ATRÁS”
Para alguien que disfruta los clásicos Disney como yo, que defiende su valía y que lucha contra las ideas preconcebidas sobre su cine, encontrarse con esta “Vaiana” es cuando menos un poco decepcionante.
No es que estemos ante una película mala, sino ante un estancamiento, un “stand by”, un acomodamiento o un proyecto que no aporta nada a la trayectoria de la factoría.
“Vaiana” es a Disney lo que “brave” a Pixar.
El principal problema con la historia de esta jefa rebelde y soñadora es que, además de ser totalmente previsible (que no es su principal defecto) es que carece de la fuerza y la agilidad narrativa que es el principal sello de la casa. Quizás hay demasiados guionistas para una historia tan simple, y demasiados directores y co-directores, lo cual trae como resultado un continuo baile de tonos y de estilos que hacen que la película no encuentre su propia personalidad.
No, definitivamente no es un “Disney” con personalidad propia. Bebe de la fórmula que tan bien le funcionó a la casa desde su clásico por excelencia de la segunda época dorada, “la Sirenita”. Ron Clements y John Musker son los directores a la cabeza, responsables de esa fórmula de “La Sirenita”, repetida con éxito en sus otras película como “Hércules”(a la cual recuerda en muchos aspectos esta Vaiana) o “Aladdin”, todas ellas en animación tradicional. Esta es su primera incursión juntos en la animación digital, aunque dudo que sea el medio el responsable de que su fórmula no funcione aquí de la misma manera, porque ya la aplicaron otros en “Enredados” con bastante fortuna y la afianzaron en “Frozen” creando un clásico instantáneo.
No sé cuales son, pero por algún motivo han llevado esa fórmula a sus extremos más caducos.
“Vaiana” es demasiado moralista y sobre todo demasiado evidente y recalcadamente moralista. No hay nada sutil en sus intenciones y cae en los excesos que caen todos aquellos que no son y sólo sueñan con ser Disney.
“Vaina” es un musical que chirría, en que las canciones molestan y ralentizan la historia. Molestan y le dan un aire trasnochado, además de no haber ni una sola de ellas que sea digna de recordar.
“Vaina” desaprovecha el potencial de esos “secundarios” cómicos de lujo que al final son quienes hacen memorables las películas Disney. Sólo el pollo HeiHei, deliciosamente descerebrado consigue traspasar el umbral del olvido y hacerse dueño de la historia en repetidas ocasiones.
“Vaina” fracasa también al crear los vínculos suficientemente creíbles y naturales entre sus protagonistas. Todo parece forzado. La historia huele a producto hecho a medida, sin una base que nazca de donde nacen las buenas historias: de la pasión.
“Vaina” cuenta con escenas y momentos memorables, pero carece del pegamento necesario para que formen un todo también memorable.
“Vaina” cuenta con un exceso de melaza al que sucumbe incluso el deliciosamente cínico y narcisista semi-dios Maui y que aún así, es el personaje más interesante (y desaprovechado) de la historia.
Podría seguir enumerando todos los puntos en que “Vaina” me ha resultado decepcionante, pero no sería justo, porque daría la impresión de que hablo de una mala película, o cuando menos fallida.
No, no es eso. Insisto; se trata de una película de transición en que Disney hace avanzar alguno de los logros que le han llevado hasta donde está, mientras que se estanca sin remedio en otros.
Cuida la animación hasta extremos que parece difícil superar, con una fluidez y una riqueza de movimientos que rayan la maestría y que siguen siendo marca indiscutible de la casa.
El lujo por el detalle, no sólo en los movimientos de los personajes, sino en decorados, ambientación, iluminación, efectos y texturas es exquisito y apabullante.
La música, a pesar del resbalón de las canciones, sigue siendo una de sus grandes bazas.
En definitiva, un espectáculo visual de primera calidad, técnicamente impecable, entretenido y disfrutable que sólo defraudará (y sólo relativamente) a quienes esperamos de cada nuevo “clásico” de Disney sea un clásico, una obra maestra o un paso más allá, y nunca “un pasito p´alante y un pasito p´atrás”…que para eso ya están los demás.