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El Lago de los Cines
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5,0
Publicada el 15 de julio de 2022
La quimera del oro (The Gold Rush) es una comedia dirigida, producida, escrita y protagonizada por Charles Chaplin.
Chaplin interpreta a un pobre hombrecillo que llega a Alaska atraído por la fiebre del oro. Atrapado en medio de una tormenta, se refugia en casa de un delincuente, donde se verá envuelto en una situación peliaguda tras otra.
Esta película es una de las más populares del actor, y una de las que éste se sentía más orgulloso. Y realmente no es para menos, porque es increíblemente hilarante.
Su característico personaje de vagabundo es entrañable e inocente, y terriblemente desafortunado. Cada problema que sufre es más enrevesado que el anterior, lo que provoca una carcajada continua a lo largo de la cinta. El mérito de la gran leyenda que es Charlie Chaplin reside en que su humor ha perdurado a través de las décadas.
En 1942 la película fue reestrenada en versión sonora, con el propio Chaplin dando voz a la narración de la historia. Ese mismo año, la película recibió dos nominaciones a los Oscar:por mejor sonido, y mejor banda sonora original.
Es complicado pensar en una recomendación mejor que esta auténtica joya filmada por uno de los grandes maestros de maestros, Charles Chaplin y su maravillosa y eterna “La quimera del oro”, una obra maestra total donde podremos deleitarnos una vez más con momentos inolvidables dentro de este arte que amamos con inusitada pasión. La degustación de la bota, el baile de los panecillos, la insondable tristeza de Charlot cuando entiende que su amada no vendrá, la dignidad insobornable de ese “hombrecillo” en medio de un baile donde todo el mundo le ignora, el ansiado final feliz… siempre nos es dado regresar a esa cuna de auténtica humanidad cuando todo parece desmoronarse a nuestro alrededor. Chaplin representa como nadie la desesperada esperanza en la condición humana, retratando toda su miseria pero también toda su grandeza, colocándonos siempre frente a un patetismo que nos hace reír porque en el fondo somos nosotros mismos los que también somos zarandeados continuamente por el destino. Un destino del que suele ser mejor reírse por no llorar. Así que, Chaplin, siempre gracias y en deuda con tu incomparable genio por haber rodado un puñado de obras de arte que continuarán deleitando y sorprendiendo a futuras generaciones de cinéfilos. Lo dicho, un clásico siempre moderno.